Vida Humana y Amor | P. Mateo Andrés, S.J.
Hoy compartimos
un TBT de Amigo del Hogar con una de las secciones más queridas de nuestra
revista por su valor para el aprendizaje y crecimiento de los valores humanos y
cristianos, por quien fuera su autor, un sacerdote y persona ejemplar. Esperamos
este TBT sea del agrado y provecho para ustedes, nuestros lectores.
Amigo del
Hogar inicia una nueva sección de formación humano-cristiano: Vida Humana y
Amor.
No
necesitamos llamar la atención sobre la importancia de esta temática; el lector
lo ira viendo a lo largo de los números.
La sección está
a cargo del P. Mateo Andrés, s.j., bien conocido en nuestros ambientes por su
empeño de fundir o fusionar los adelantos de las psicologías con los de la
espiritualidad cristiana.
Por su
parte, el P. Mateo pretende hacer ver a sus lectores que no están reñidas
Ciencia Psicología y Espiritualidad cristiana; antes, al contrario, que ambas
se ayudan y complementan mutuamente.
En mis
largos años de docencia psicológica en diversas universidades del país y en el
seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino, dos aspectos del vivir humano me
han llamado poderosamente la atención y a ellos le he dedicado estudio y
reflexión intensos:
1° que el
hombre en cada momento de su vida nunca es algo hecho y acabado, sino que está
siempre haciéndose; 2° que ese hacerse o crecer del hombre solo se realiza en
el amor.
En cuanto al
primer aspecto: si el hombre nunca es algo ya hecho, sino que se hace, el
hombre siempre puede empezar de nuevo. En vez de entregarse sumiso y abatido a su
destino de sufrimiento, el hombre puede alzar la cabeza, respirar hondo y
lanzarse a un nuevo comienzo. ¿Cabe noticia más esperanzadora que esta?
En cuanto al
segundo aspecto: si la única condición de hacerse o crecer es el amor, y amar
podemos todos, de nuevo entonces el hombre puede convertirse de neurótico en
sano, de infeliz en feliz, de muerto en resucitado… con solo dar y recibir
amor. ¿Será verdad ese sueño maravilloso?
Este es el
mensaje que quiere gritar esta sección:
Hay Esperanza, Siempre hay
Esperanza.
La vida
humana, que muchos ven como un aburrido y tedioso repetir de errores, puede
convertirse en un perpetuo e ilusionado comenzar. Nunca, para ningún hombre, es
ya tarde.
Vale la
pena vivir; hay esperanza, siempre hay esperanza, cuando queremos y nos
comprometemos comenzar en el amor.
Pero sobre
una condición, facilísima y al mismo tiempo muy difícil para el hombre
dolorido; solo se empieza de veras si se empieza en el amor, amándose a sí
mismo y amando a los demás, sintiéndose amado de los otros y haciéndole sentir
amado.
La vida
humana puede ser otra; y puede serlo en y por el amor.
Un gran
psicólogo norteamericano, Ashley Montagu, en el prólogo a la edición
española, de su gran libro La Dirección del Desarrollo Humano dice:
“El mensaje
de este libro es muy simple: que los hallazgos de las ciencias humanas, apoyan
por completo la conclusión a que han llegado desde hace tiempo los hombres y
mujeres más sensatos. Dicha conclusión es que vivir como si vida y amor fueran
una misma cosa constituye la mejor manera de que los seres humanos crezcan, se
desarrollen y logren el propósito …del hombre sobre la tierra”.
Y San Pablo,
el apóstol que con San Juan mejor comprendió este mensaje de Cristo, escribía a
los cristianos de Roma: todo se reduce al amor, el que ama a cumplido toda la
ley, el que ama hace todo lo que se espera de él, porque “la plenitud de la ley
es el amor”.
La sección
Vida Humana y Amor está dirigida muy especialmente a los que sufren, a los
desanimados, a los tristes y abatidos de la vida. Y lo que, apoyada en la
psicología y en el evangelio, quiere comunicarles esto: Vale la pena vivir, hay esperanza, siempre
hay esperanza, cuando queremos y nos comprometemos a comenzar en el amor.
Conozco
muchas mujeres abandonadas que han comenzado en el amor y hoy son felices.
Podemos ser otros, vivir en alegría. Tal es el mensaje que esta sección quiere
llevar a sus lectores.
En vez de
entregarse sumido y abatido a su destino de sufrimiento, el hombre puede alzar
la cabeza, respirar hondo y lanzarse a un nuevo comienzo. ¿Cabe noticia más
esperanzadora que esa?
(ADH noviembre
1987 – Año 46 – N°488)
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