Convivencia | Laura Cañete/A&O
Tocar el cielo
Cuenta
una leyenda que todas las personas nacen con un hilo rojo que las mantiene
unidas a otras personas que serán esenciales en su vida: padres, amigos, almas
gemelas… Las familias adoptantes tenemos muy presente esta leyenda, y es el
motivo por el que hace unos años decidí llamarme en redes sociales @mishilosrojos.
Hace
once años mi marido y yo nos dimos un sí rotundo. Dijimos sí a querernos
siempre, sí a querer a los hijos que Dios quisiera para nosotros, sí a todo.
Siempre soñamos con una familia grande y esperábamos a nuestros hijos con mucha
ilusión, sin embargo, tuvimos que entender, no sin sufrimiento, que aceptar los
hijos que Dios quisiera pasaba por aceptar que eso podría suponer no tener
ninguno.
Cuando
superamos esto recibimos una primera caricia del cielo. Siempre digo que tener
hijos es una bendición, pero tener hijos por adopción es una caricia especial.
En poco tiempo vimos claro que seríamos padres por adopción, nos ilusionamos y
luchamos por alcanzar este sueño hasta conseguirlo. Las caricias fueron
sucesivas y nuestro sueño de tener una familia numerosa solo iba a tardar un
poco más.
Primero
vino nuestro hijo mayor; con él aprendimos qué es ser padres, a querer con
locura e incondicionalmente. Viajamos a China con las maletas cargadas de
ilusión y muchos miedos. Cuando nos vimos por primera vez entendimos que
estábamos llamados a estar juntos desde siempre y, por supuesto, para siempre.
Durante nuestra estancia en el país de origen de nuestro hijo nos enamoramos de
cada rincón, de su cultura, de sus comidas, de sus costumbres… y en uno de los
paseos que dábamos a diario, sin saber cómo, nos encontramos hablando de
nuestro segundo hijo. Empezamos a preguntarnos si ya habría nacido, si estaría
en la misma ciudad o a kilómetros de ahí, en la otra punta del país. ¡Sin
darnos cuenta habíamos empezado el segundo proceso de adopción y seguramente el
tercero y cuarto también! Así fueron viniendo nuestros tres hijos.
Viajamos
a China tres veces para encontrarnos con cada uno de ellos. Primero vino Marcos
y después llegaron Rocío y Teresa. Ahora mismo nos encontramos a la espera de
poder viajar una vez más. La situación sanitaria a nivel mundial lo está
complicando todo, por lo que la incertidumbre es muy grande, pero no más que
nuestra ilusión. Así que seguimos poniendo todos los medios para volver a tocar
el cielo una vez más.
Publicado
por Alfa & Omega
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