Actualidad | Alcedo A. Ramírez
El Reto Evangelizador de todos los cristianos
En los actuales momentos, los cristianos estamos llamados
a ser un Pueblo de discípulos y misioneros de Jesucristo, que acoge y vive el
Reino de Dios en conversión permanente. Por lo tanto, vemos que el primer
compromiso nuestro debe ser tratar de ser verdaderos discípulos y misioneros
con gran sentido de responsabilidad en nuestro accionar presente. Los dos ejes centrales de nuestra realidad de ser
cristianos católicos, obligatorios para todos nosotros.
Asimismo, unidos a estos dos ejes anteriores, de
discipulado y ministerio, se debe agregar un tercer eje, que viene a dar
profundidad a la vida cristiana, la
vivencia del Reino de Dios en espíritu de evangelización constante y
continua, para que nuestra conversión real tenga las características de
permanencia y perseverancia. De esta manera podemos crear las comunidades
familiares y sociales que son necesarias en nuestros campos, pueblos y
ciudades.
Hay una especie de faro
de luz que ilumina todas nuestras acciones como cristianos y que consiste
en escuchar la Palabra, la voz y las enseñanzas de Jesús, ya que Jesucristo es
el Camino, la Verdad y la Vida. Además, de que nadie viene al Padre, sino es
por medio de él, el Mesías, el Hijo Amado de Dios. Permaneciendo en Jesucristo
conocemos la Verdad y seremos Libres.
Sin embargo, a pesar de todo este trayecto cristiano y
evangelizador de más de dos mil años, seguimos adoleciendo de serias fallas,
lagunas y sombras en nuestro quehacer central de atraer nuevos conversos,
buscar los que se han alejado y fortalecer el compromiso y establecimiento de
nuestras comunidades existentes. Por lo tanto, como decía San Juan Pablo II,
necesitamos de Una Nueva Evangelización,
Nueva en su Ardor, en su Método y en Su Expresión. Pero ahora percibimos
una evangelización con poco ardor, y sin nuevos métodos y expresiones, con un
énfasis en el ritualismo. También notamos una mentalidad relativista en lo
ético y religioso, la falta de aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia y
poca comprensión del carácter secular de la identidad de los fieles laicos.
Aparte de la apatía de muchos cristianos no comprometidos.
Ahora vamos a entrar en el mes de octubre cuyo valor en
el Plan de Pastoral es el Anuncio del Reino, y que nos regala el lema de que
tenemos que anunciar la Buena Nueva del
Reino de Dios. Por lo tanto, estamos entrando en el mes evangelizador por
excelencia, por lo que es importante y urgente que adoptemos y pongamos en
acción las recomendaciones de San Juan Pablo II, mayor ardor, un método más
efectivo y una expresión más ajustada a los nuevos tiempos, en el anuncio
actual del Reino de Dios. Esta obligación es para todos los católicos.
Aquí es precisamente donde tenemos los mayores retos por
delante, ya que necesitamos sembrar las palabras del Evangelio y sus valores en
los ambientes tradicionales, pero también en los nuevos areópagos del mundo moderno de las comunicaciones, las
minorías y los excluidos, el desarrollo, la liberación y la paz de los pueblos,
la promoción de la mujer y los niños, la ecología, la cultura en general, la
ciencia y la tecnología, las relaciones internacionales, entre otros. También
debemos contemplar nuevos campos misioneros y pastorales como el turismo, el
entretenimiento y los deportes. El trabajo es enorme y retador.
Finalmente, necesitamos discípulos y misioneros en la
Vida Pública, para iluminar con la luz del Evangelio
a todos los ámbitos de la vida social, a todos los fieles, con ánimo
sinodal.
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