Entrevista | María Martínez López/A&O
La Biblia presenta una visión del
absoluto «estructuralmente diferente» de la de su entorno, afirma el arqueólogo
Giorgio Buccellati, que ha visitado la Universidad San Dámaso de Madrid
Muchos consideran el Antiguo Testamento
solo relatos mitológicos. ¿Qué nos enseña la arqueología?
Giorgio Buccellati: Independientemente de la historicidad de los episodios
individuales, lo fundamental es que la Biblia presenta una forma de conocer
estructuralmente diferente del resto de culturas del Oriente Medio de la
Antigüedad. En ellos, y, en general, en todo el desarrollo del conocimiento
humano, se ha fragmentado la realidad en una serie de piezas que se pueden
separar y volver a juntar. En Mesopotamia se proyecta esta forma de conocer
sobre el absoluto, se fragmenta el concepto de divinidad. En eso consiste el
politeísmo. En cambio, la Biblia propone una visión del absoluto que siempre
permanece íntegro. La historicidad concreta importa menos que esta
singularidad, y que el hecho de que no se puede deducir de una cosmovisión
previa.
¿Se puede deducir tanto sobre una
cultura por la arqueología?
GB: Hay dos tipos de fuentes: las escritas, que hablan de cuestiones cotidianas
e históricas, pero también del amor o la muerte; y las arqueológicas.
Marilyn Kelly-Buccellati: Por ejemplo, en Dmanisi
(Georgia), un yacimiento del Paleolítico inferior, se encontraron calaveras de
hace 1,8 millones de años. Una de ellas no tenía dientes, y sabemos que vivió
tres años así. Alguien se preocupó de que pudiera comer. Es la primera vez que
se ve a humanos cuidar de humanos adultos. De esa época no existen
enterramientos. Pero, por esto, sabemos que tenían un concepto tanto de la
caridad como de la muerte. Sabían que si no alimentaban a esa persona, moriría.
¿Coinciden los hallazgos de la
arqueología con lo que la Biblia cuenta de Israel y su relación con otros
pueblos?
GB: Los pueblos de los alrededores conocían los reyes y las ciudades de Israel,
y encajan con lo narrado en la Biblia. También describieron elementos de la
situación política con bastante detalle. La derrota de Israel ante Asiria en el
721 a. C. y el destierro en Babilonia [587-537 a. C, N. d. R.] están muy bien
documentados. De la historia de Abrahán y los patriarcas o de la salida de Egipto
hay muchas menos pruebas, pero el contexto general encaja bien con la
narración.
¿Influye todo este conocimiento en cómo
viven la fe?
GB: Conocer tan de cerca el mundo de la época nos permite identificarnos con la
dimensión más humana de la Biblia, desarrollas una cierta sensibilidad hacia su
matriz cultural. No es algo distante o puramente retórico.
MKB: Para mí, un ejemplo es la hemorroísa, un
personaje importante del Evangelio. Tuvo mucho valor para admitir así un
problema femenino íntimo. El borde del manto de Jesús, lo que tocó, era la
parte más importante de las prendas, la única que estaba decorada. En una
excavación encontramos una indicación de su importancia. En la tablilla de un
contrato, un testigo había firmado presionando
el borde de su manto para imprimir el dibujo, como seña de identidad. Por eso,
tocar el borde del manto de Jesús era como tocar a Jesús.
Su investigación sobre todo se ha
centrado en Urkesh, al noreste de Siria, y en la cultura hurriana. ¿Han
encontrado allí alguna otra luz sobre la Biblia?
MKB: Descubrimos un gran hoyo en el que había
círculos con huesos de lechones y perritos. Creemos que se usaba para la
nigromancia, porque los hititas (cuya cultura estuvo influida por la hurriana)
ofrecían esos animales a las deidades del inframundo. En la Biblia, también
actuaba en un hoyo la nigromante de Endor, a la que el rey Saúl pide que
invoque al espíritu de Samuel.
En Oriente Medio desgraciadamente no
faltan conflictos. ¿Se está perdiendo información arqueológica que
desconocemos?
GB: Mucha. Al abandonar los yacimientos, puede haber saqueos. Antes de la
guerra, en Siria había 100 excavaciones, y todas se han abandonado, salvo una
en la costa y la nuestra en Urkesh. Es única, porque hemos desarrollado un
programa muy intenso de participación local implicando a todos, hasta niños y
campesinos, por ejemplo, con conferencias en aldeas de apenas 40 habitantes.
Esto ha salvado el yacimiento porque la población se identifica con él y nadie
se atreve a tocarlo, aunque nosotros no estemos presentes. Hemos ofrecido a los
grupos locales (kurdos, árabes, armenios, asirios y yazidíes) un lugar
histórico del que todos pueden sentirse orgullosos y que los necesita a todos,
y eso les ayuda a llevarse mejor y evitar la ideología terrorista. Los intelectuales
de Occidente deberíamos hacer más en esa línea. Pensamos en combatir al ISIS en
términos militares, pero no culturales y sociales, cuando la gente ve a
Occidente cada vez más como inauténtico, y se vuelven al ISIS y equivalentes
para satisfacer su hambre de ideales.
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*El arqueólogo italiano
Giorgio Buccellati (1937) es profesor emérito de Historia y de Lenguas y
Culturas de Oriente Medio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA)
y fundador del Instituto Cotsen de Arqueología y del Instituto
Internacional de Estudios del Área de Mesopotamia. Junto con su
esposa, Marilyn Kelly-Buccellati, también emérita de la UCLA, ha dirigido 25
años las excavaciones de Urkesh (Siria). Han impartido el curso La Biblia en una perspectiva mesopotámica en
la Universidad
Eclesiástica San Dámaso, de Madrid.
Publicado por
Alfa & Omega
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