Para Vivir Mejor | Lily Luciano/H
Los nefastos efectos del odio y la ira en el organismo
Las
personas que odian y sienten ira con facilidad tienen alterada la capacidad de
percepción y juicio, creen que su ideal de las cosas es la regla y son
manipuladoras.
El
odio es un sentimiento irracional que se anida en el corazón de una persona
excesivamente poseída y convencida por su razón y su visión de las cosas.
Genera violencia y, por lo tanto, tiene que ser abordado como cualquier problema
de salud mental.
Y
es que el odio es producto de otro sentimiento negativo: el resentimiento, que
expresa hostilidad y rechazo contra algo o alguien, que puede ser por causa de
rivalidades, celos, envidia, frustraciones y hasta prejuicios.
Este
sentimiento tan negativo está relacionado con rasgos de tipo fóbico y obsesivo.
Las personas que odian tienen alterada la capacidad de percepción y juicio, por
lo que convendría evaluar si los sujetos que lo padecen presentan una
alteración en los neurotransmisores cerebrales propios de esas condiciones
clínicas.
Por
otro lado, está ‘la hermana menor del odio’ que se denomina ira. Un sentimiento
que surge de una función básica e instintiva de los seres humanos, que está
encaminada a responder agresivamente ante posibles amenazas, y puede variar
desde una leve irritación hasta la violencia descontrolada.
Al
no manejar correctamente emociones como la ira, no solo se afectan las
relaciones sociales y personales, sino que también se generan consecuencias
nocivas para la salud de quien la ejerce.
Ambos
sentimientos son malos para nuestra salud tanto física como mental, sin
embargo, no funcionan igual. ¿Qué diferencia hay entre la ira y el odio? El
psiquiatra español Vicente Ezquerro explica que el odio es un sentimiento
persistente, la ira es una emoción. Los que amamos, podemos tener ira. La ira
es una reacción ante algo que nos perturba, nos molesta, o nos despierta.
En
cambio, el odio tiene un matiz peor, es persistente, es decir, la persona que
odia vive en el odio, desea venganza, y esta rabia es abordada de tres formas:
quiere destruir, hacer sufrir y controlar a los demás.
Con
relación al tema, el psicólogo clínico Pedro Cruz explica que la ira aumenta la
activación del sistema simpático, el encargado de liberar unas hormonas
llamadas catecolaminas, una de las hormonas relacionadas con el estrés, que son
las que afectan directamente al sistema cardiovascular.
“Elevando
la frecuencia cardíaca, la tensión arterial, y aumentando la probabilidad de
que se formen en el cuerpo trombos o se produzca un infarto de miocardio”, dice
Cruz.
Y
es que, según el especialista, el esfuerzo que realiza nuestro cuerpo cuando se
desata esta emoción es muy elevado, se produce un aumento en la tensión
muscular y la secreción de adrenalina, “por lo que se elevan los niveles de
energía, el organismo entra en una especie de lucha y al someterlo a una
activación constante se corre el riesgo de padecer, además de enfermedades
cardiovasculares, ictus cerebrales”.
En
tal sentido, recomienda ser conscientes de los efectos negativos que generan la
ira o sentimientos de odio y resentimientos en el cuerpo. Estos se manifiestan
tarde o temprano, nos puede llevar a sentir estrés, ansiedad, depresión,
modificando nuestro estado de ánimo y amenazando seriamente nuestro bienestar
tanto físico como mental.
“Además,
de que pueden desencadenar otras afecciones de índole orgánico o psicológico,
esto sin considerar el gran daño que causan dichas emociones a nuestro sistema
inmunológico”, dice el especialista.
Así
mismo Pedro Cruz refiere la gran importancia de manejar una conducta asertiva,
en donde entran técnicas de autorregulación emocional, afrontamiento e
inoculación del estrés.
“Aprender
a cerrar ciclos, soltar y sanar todo aquello que nos daña emocional y
físicamente. Todo dependerá en gran parte de nuestra inteligencia emocional y
niveles de asertividad, siendo siempre consciente de las consecuencias nefastas
que provocan dichos sentimientos o emociones a nuestro organismo”, dice.
Y
es que a medida que el cuerpo va experimentando el dolor provocado por esas
emociones negativas, se genera un desgaste excesivo de energía y al mismo
tiempo ante el disgusto todo el sistema digestivo se ve afectado, se produce la
sensación de nudo o vacío en el estómago que en algunos casos puede llegar a
somatizase mediante úlceras en el estómago o diversos problemas digestivos. La
ira puede elevar la vulnerabilidad ante una enfermedad, afectando al sistema
inmunológico o aumentando los niveles de grasa en el organismo.
- Asimismo, producir modificaciones en la percepción del dolor.
- Especialmente, el odio nos lleva a sentir estrés, ansiedad y hasta depresión, alterando nuestro estado de ánimo.
- Estas emociones repercuten sobre nuestro bienestar y salud. Afectan el sistema nervioso y generan desequilibrio emocional
- La inteligencia emocional es fundamental ante estas situaciones
- Reconocimiento Manejo de la ira y la agresividad
Recomendaciones
Mejorar
el conocimiento sobre las emociones en general y las particularidades de la
ira, así como sus posibilidades de regulación.
Hacer
consciente a la persona de las manifestaciones internas y externas de la ira en
su caso particular, para aprender a reconocerlas de forma anticipada y así
reducir la probabilidad de emitir conductas agresivas. Mejorar la comunicación
emocional, como vehículo para la expresión de la ira, y canalización de la
energía que moviliza.
Publicado
por el periódico Hoy
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