Actualidad Mundial | Andrea Tornielli/VN
Luces verdes, antorchas de humanidad
La
ayuda a los migrantes en los bosques de la frontera entre Polonia y Bielorrusia
Hay
quienes instrumentalizan a los migrantes y refugiados convirtiéndolos en
rehenes, y esto hace noticias diariamente. Hay quienes construyen
apresuradamente barreras de alambre de espinas para repeler la
"invasión" de niños indefensos, mujeres y hombres que deambulan con
frío y necesitados de todo por los bosques de la frontera entre Bielorrusia y
Polonia, y esto también es noticia. Hay quienes salen a la calle para apoyar
las políticas de los constructores de muros, en nombre de una identidad que se
proclama cristiana, y esto tampoco escapa al radar de los medios de
comunicación.
Pero
también hay quienes se rebelan, en silencio, sin manifestarse, sin salir a la
calle, y quedándose en casa lejos de las cámaras, encienden antorchas de
humanidad. Y cuando esta noticia llega a las páginas de los periódicos -los
diarios italianos Avvenire y Repubblica la tienen-, revive la esperanza. En
Polonia, en algunas casas de la frontera, cerca del bosque donde se desarrolla
el drama de los emigrantes, hay hombres y mujeres que no se han rendido a la
globalización de la indiferencia, conscientes de las raíces cristianas que no
se han convertido en ideología, sino que se inspiran en el Evangelio vivo, el
de la parábola del buen samaritano.
Son
personas que recuerdan la enseñanza de San Juan Pablo II, citada hace tres días
por el Papa Francisco al final de la audiencia general: "Hoy el mundo y
Polonia necesitan hombres de gran corazón". Y aunque saben que se
arriesgan a ser denunciados por ayudar a la inmigración ilegal, estos buenos
samaritanos dejan una luz verde encendida en su casa por la noche, advirtiendo
de que allí, tras las ventanas iluminadas, hay un plato de sopa caliente y una
manta a disposición de quienes pasen por allí, sin importar sus pasaportes o
visas. O dejan leche recién ordeñada, zapatos y bidones de agua frente a la
puerta, para que los voluntarios silenciosos, que se desplazan al caer la
tarde, puedan recoger estos regalos y dejarlos en el bosque para quienes tanto
los necesitan. Intentar evitar que estas personas desesperadas mueran",
dijo Wiktor Jarocki, activista de una asociación católica de Krynki, "es
un crimen hoy en día". Pero recordamos la lección del Papa Wojtyla y
desobedecemos de manera legal: olvidarse de la comida y la ropa en el bosque
puede ocurrir y hoy es indispensable".
Publicado
por Vatican News
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