Fundación Salesiana Don Bosco | Luis Rosario/LD
También tienes razón
Érase
una vez una madre de verdad.
Su
mayor tesoro eran sus tres hijos, dos varones y una hembra: juguetones,
vivarachos y capaces de poner la casa patas arriba.
Un
día se armó una trifulca acalorada entre los dos varones, mientras la niña
observaba tranquila desde lejos el espectáculo, acurrucada a su madre. Eso sí,
nunca llegaban a golpearse físicamente. El árbitro final era la madre.
Uno
de los niños varones se acercó furioso a la madre y le dijo: -“Mira, mamá, mi
hermanito me ofendió y me hizo esto”. Y relató fogosamente el contenido de la
discusión, mientras la madre, tranquila, lo escuchaba.
Al
concluir preguntó a la madre: - “¿Verdad, mamá, que yo tengo razón?”
Y
la madre, imperturbable le respondió: -“Sí, hijo mío, tú tienes razón”. Al poco
rato se presentó el otro hermanito con su versión de la historia y con enfado
semejante, repitiendo al final la misma pregunta: -“¿Verdad, mamá, que yo tengo
razón? La respuesta fue exactamente la misma: -“Sí, hijo mío, tú tienes razón”.
Por
su parte, la niña, que había observado en silencio las quejas que sus
hermanitos hacían a la madre, no pudo contenerse y preguntó: - “Mamá, ¿Cómo es
posible que le digas a cada uno de mis hermanitos que tienen la razón?
Los
dos no pueden tener la razón, ¿Verdad?” Y la madre, con la misma paciencia de
antes, se quedó mirando a la niña y le respondió: -“Hija mía, también tú tienes
la razón”.
Y
a los tres les explicó con dulzura cómo lo que interesa no es quién tiene la
razón, sino poder comprenderse, perdonarse, amarse y vivir en paz.
En
esa tarea de reconciliación y buen entendimiento las madres siempre tienen la
fórmula mágica.
Al
fin de cuentas, todos creemos tener la razón y tal vez en parte la tengamos
desde nuestro punto de vista.
Más
que buscar quién tiene la razón, lo importante es tratar de encontrar vías de
solución a los problemas, donde todos nos veamos beneficiados y podamos crear
las condiciones para un buen entendimiento, a pesar de las diferencias.
Las
trifulcas por saber quién tiene la razón empiezan cuando termina el esfuerzo
para comprendernos y aceptarnos con amor.
Publicado
por Listín Diario
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