A Debate | Miguel A. Malavia/VN
Familia, libertad, Dios: la ‘Trinidad’ de Rosalía en
‘Motomami’
El
último disco de la artista catalana, horas después de nacer, arrasa en las
distintas plataformas musicales
En
varias de sus 16 canciones, en su álbum más rompedor, encontramos numerosos guiños
espirituales
Hay
quien dice (¿seré yo, maestro?) que Rosalía debería ser declarada profeta
del Amor, papisa de la Iglesia del Sermón de la Montaña o, incluso, santa
súbita en vida. Pueden tratarse de expresiones arrastradas por la pasión, pero
lo cierto es que, solo unas horas después de estrenar en todo el mundo su
último disco, ‘Motomami’, copa todas las clasificaciones en las distintas
plataformas musicales. Un éxito arrollador en el que, como ya es frecuente en
toda su obra, Dios se cuela por numerosas rendijas.
Basta
con asomarse a la canción ‘G3 N15’, donde la artista catalana susurra: “Si
sientes calor, lo sientes por dentro, / es que tienes un ángel ardiendo en el
pecho. / Si en el corazón ya no tienes frío, / es que tienes un ángel, el
que Dios te envió”.
Su
abuela, el ángel de la guarda
¿Y
quién es el ángel de la guarda de Rosalía? Su abuela, cuya voz aparece al
terminar la composición y, con un mensaje al contestador del teléfono rebosante
de ternura, le dice esto en catalán: “Buen día, mi amor. Me gusta pensar que en
los momentos difíciles siempre ayuda muchísimo tener una referencia en Dios. La
familia siempre está en primer lugar… No, diría que en primer lugar
siempre está Dios, y después la familia. La familia es tan importante… La
familia siempre es importante. Llevas un camino que es un poco complicado.
Cuando me miro, pienso: ‘Qué complicado es el mundo en el que se ha afincado la
Rosalía’. Pero bueno, si tú eres feliz, yo soy feliz”.
Cristianismo
a borbotones en el que se baña Rosalía, bajo el manto de su abuela, y que en
‘Hentai’ clama al cielo que “lo primero es Dios”. En la canción que da
nombre al disco, ‘Motomami’, invita al que se planta ante ella a obrar según el
Evangelio rosalista: “Cada copia que ves / tú dale tu bendición. / Y ya no
quiero competir / si no hay comparación”. Y es que, claro, ante tal terremoto
en erupción no hay copias ni comparaciones posibles…
Aceptación
confiada
En
‘Diablo’, la oración se instala en la aceptación confiada: “Si lo que pasó, ya
no pasará. / Si lo que pasó, ya no pasará. / Si Dios te lo da, te lo
quitará. / Si Dios te lo da, te lo quitará”. Y puesto que “yo mi lealtad
nunca la pierdo, ni por el dinero”, Rosalía se rinde ante la voluntad que la
trasciende: “La bala de Dios juega en la ruleta. / Tú no has vigila’o, se ha
ido tu pureza. / Ya no sé quién eres, diablos. / Ya no sé quién eres, diablos”.
Porque,
hermanos en la fe rosalista, aceptemos, como se proclama en ‘Cute’, “que aquí
el mejor artista es Dios”. Fortaleza construida de seguridades, de esperanza en
ser finalmente abrazado por quien todo lo puede, como nos enseña la artista en
‘Como un G’: “No estoy a tu lado, pero te deseo paz y libertad. / No reces por
mí, quiero que sepas que estoy bien. / Yo tengo mi fe, mis armas, mi cora que
no sé pa’ quién”. Porque, aunque sabe que “solo el amor con amor se paga” y
duele sentir que “tantas baladas se quedarán sin dedicar”, lo mejor es aceptar
la prueba y confiar en la siguiente ventana que se abrirá: “Qué pena cuando
quieres algo, pero Dios tiene otros planes pa’ ti. / No me enamoro de nadie,
jura’o, como un G. / Ni escribo canciones de amor, pero en esta me doblo por
ti”. Pacto de sangre al fin: “Que siempre te querré, aunque no te tenga. / Que
siempre me tendrás, aunque no me quiera’ (jura’o, como un G)”.
A
la belleza por el sufrimiento
Acercándonos
ya al final, subidos en el frenesí de la ‘Motomami’, aún hay tiempo para
adentrarse en ‘La Combi Versace’ y ser conscientes de que Rosalía sufre
amando para parir belleza y vida a bocajarro: “Bendicen toda’ mis canciones /
para que tú te enamores”. Un camino, claro, que no puede recorrer sola: “Dios
bendiga a Gianni (Flores para Gianni)”. Eso sí, aún no es su hora de desfilar
ante un altar: “Combino el rojo con el rosa, vestidas de blanco. / Me visto de
novia, pero no soy tu esposa”.
Tal
vez, los versos que resumen el disco son los que cierran ‘Saoko’, la última de
las 16 canciones: “La que sabe, sabe. / Que si estoy en esto es para romper. /
Y si me rompo con esto, pues me romperé / Y que solo hay riesgo si hay algo que
perder. / Las llamas son bonitas porque no temen a arder. / Y el
fuego es bonito porque todo lo rompe”. Rosalía, quien ya estaba instalada en el
Olimpo del Arte, ha renunciado a seguir tal cual la senda que se podía esperar
en ella y, con una tremenda patada, ha vuelto a poner el tablero patas arriba,
mezclando todos los géneros en los que ha brillado y con un alud de letras que
abordan todos los palos y en los que, sí, Dios ocupa un espacio propio.
Fe
encarnada
Fe
encarnada en la belleza, en la libertad de la mirada y en la boca que huye de
juicios y prejuicios y que en la canción ‘Bulerías’ le hace una petición al
Señor: “Que Dios bendiga a Pastor y Mercé. / A la Lil Kim, a Tego y a la M.I.A.
/ A mi familia y a la libertad”.
Familia,
libertad, Dios. La ‘Trinidad’ de Rosalía en ‘Motomami’
Publicado
por Vida Nueva
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