Reflexión | Melania Emeterio R.
Para eternizar la culpa
Como
si no fueran suficientes los perjuicios ocasionados con la excesiva y abusiva
invasión haitiana que ocupa nuestro territorio, y usurpa los servicios
esenciales, también hemos de cargar con la culpa por episodios históricos que,
desde nuestro territorio afectaron a Haití. En esto de eternizar la culpa han
estado algunos dominicanos, y los extranjeros, incluidos los haitianos. La
intención es clara: inmovilizar al pueblo dominicano para que no reaccione
contra los perjuicios de esta ocupación haitiana. Hay que estar en sobreaviso,
pues esto forma parte del consenso de maldades contra el país. Existen
dominicanos/as que continúan entre la confusión, la ingenuidad y la apatía, y
dejan pasar ciertos enjuiciamientos contra del país, sin que medien respuestas que
ponga las cosas por lo menos en balance.
Esta
introducción viene a propósito de la presencia, en televisión, de José María
Cabral, director de la película PEREJIL, un filme que, según dijo, se está
pasando en muchos países, y ha recibido buenas críticas. Estas críticas,
presumo, que a él lo llenan de gozo, de algún modo promueven una imagen no
positiva del país, y de sus nacionales. Como se sabe, en PEREJIL se rememora la
histórica matanza de haitianos llevada a cabo bajo la orden del presidente Rafael
Trujillo en el año 1937. La productora del programa, como si no supiera los
resortes que se mueven para colocar siempre como víctima a Haití, y victimaria
a la Rep. Dom. se mostró muy conforme, y celebró la iniciativa de Cabral
llevando este hecho histórico a la pantalla grande.
Hubiera
sido aleccionador, para equilibrar la cosa, que se mostraran inquietudes para
que también se llevasen a escena los actos de crueldad de los haitianos contra
los dominicanos. No tener a manos esas informaciones históricas como respuesta,
es actuar al margen de una realidad que amenaza al país cada vez con mayor
presión. Es como si no se supiera lo que esto significa en el contexto actual
de la realidad dominicana, donde el peso de la confabulación local e
internacional busca, hasta debajo de una piedra, cualquier pretexto para
proyectar a dominicana como culpable de todos los males de Haití, los de ayer y
los de hoy. No es casual ni inocente que el cineasta dijera que esa es una
historia sobre la que hay que dialogar. Es evidente que a este creador
dominicano le hace falta tener otras historias en sus manos.
No
es la primera vez que se realizan películas como estas, que ponen a nuestro
país en desventaja frente a Haití. Recuérdese el caso de la película CRISTO
REY, donde a los haitianos se les presenta como víctima de la República
Dominicana. Allí en ese ambiente del bajo mundo a los haitianos se los ve con
valores, y a los dominicanos como los peores, además, se los ve con poca fuerza
y gracia actoral. El grado de mayor dignidad y elevación moral lo representó un
actor haitiano. CRISTO REY trae, adrede, un recurso reiterativo para alimentar
la intención dañosa: el supuesto prejuicio racial dominicano contra personas
haitianas. Muy lamentable es que actores y actrices locales se presten a esa
manipulación vil, una clara traición que muestra no tener criterio a frente a
la cosa, y si, un muy bajo o inexistente grado de patriotismo y conocimiento de
la historia. Ellos saben que un guion no se concibe con ingenuidad sino con una
intencionalidad dirigida a que así se asimilen los hechos.
Así
anda nuestro país arrastrando un descrédito internacional inducido por personas
dominicanas que, aunque no se den cuenta, parecen servir a un propósito y
proyecto malsano: arruinar al país justificando el despojo de su soberanía y
haciendo que se asimilen a todos los haitianos. Aquello, lo del 1937, ocurrió
en tiempo de aquella dictadura que tenía un modo especial de actuación, y que
internacionalmente se conocía su largo alcance en materia de crímenes, y así
hizo víctima al país entero durante sus 30 años de duración. Esta matanza suele
traerse a la memoria colectiva dominicana para ser recordada como asunto
pendiente.
La
historia registra hechos conmovedores, sangrientos, y sádicos de los haitianos
contra República Dominicana. También se registran episodios que ennoblecen la dominicanidad,
pero nadie habla de llevarlos a la gran pantalla. Se me ocurre pensar que a los
y las artistas de la tabla, del cine, y demás artes hay que facilitarle
talleres y análisis de historia dominicana desde antes de la Independencia
hasta nuestros días. Así pueden sembrarse motivaciones sociales y artísticas
que llenen de orgullo la nacionalidad, y puedan tener respuestas oportunas para
edificarse cuando sea necesario, o por lo menos no ser sorprendidos por el
contenido de un libreto.
La
película PEREJIL debería motivar el surgimiento de creadores/ as cinematográficos
con interés, en otras historias dominicanas donde los haitianos fueron los
protagonistas, como, por ejemplo, el Degüello de Moca. (abril 1805) Sin que
esto sea una justificación a lo sucedido en el 1937, el degüello fue un
episodio protagonizado por tropas haitianas que premeditaron con saña lo que
iban a hacer. Este acontecimiento sobrepasa, en mucho, los niveles de crueldad
que hubo en lo ocurrido en 1937. Se trató de un acto de barbarie que los y las
historiadoras dominicanos se esfuerzan en negar, minimizar, o camuflar para
confundir, pues quieren evitar que se conozca el rostro histórico criminal, y
de odio ancestral de los haitianos contra los dominicanos.
El
Degüello de moca se inicia solicitando al sacerdote, como pretexto, un Te Deum
para buscar la paz. Conseguido el pedido, incendiaron la iglesia con los
feligreses dentro. Allí, usando bayonetas, mataron al sacerdote, a niños,
hombres y mujeres que participarían de una misa en acción de gracia. Luego,
como horda salvaje, el ejército haitiano le dio por seguir sembrando el pánico:
incendiar, degollar y matar, saquear los pueblos que encontraban a su paso.
También violaron mujeres y obligaron a los hombres a que los siguieran a pie
hasta Haití, en calidad de prisionero.
Estas
escenas de crueldad donde ni siquiera hubo resistencia, deben estar inscritas
en la historia de hechos horrendos, de inimaginable vileza y odio racial. Si se
hiciera un filme con el contenido de esta masacre, los países donde se ha
presentado PEREJIL, pudieran hacerse muchas y variadas preguntas. Pero también,
si se hiciera una película sobre cómo los dominicanos lograron arrebatarles su
independencia a los haitianos, y de cuántas batallas más hubo que librar para
que se convencieran de ello, los países donde se ha exhibido PEREJIL, mirarían a la República Dominicana
de modo más respetuoso y admirable.
Ojalá
se hagan películas u obras teatrales con estos contenidos históricos. Así
muchos países tendrían la oportunidad de conocer y reflexionar la historia de
Haití y de sus gentes, ya que lo que más se conoce es que se hallan entre los
países más pobres del mundo, y que Haití se liberó de la esclavitud que les
tenían los franceses. Es casi seguro que los lugares donde se ha exhibido
PERJIL preguntarán: cómo es posible que habiendo vencido a Francia en una
guerra de liberación esto no les haya servido de nada, pues no pueden exhibir
ningún logro en más de 200 años de lo ocurrido. Parecen haber engendrado y
profundizado su propia esclavitud y atraso del que al parecer no quieren salir,
y buscan, en su resentimiento histórico, perjudicar lo más que puedan a la
República Dominicana.
El
pueblo dominicano tiene que hacer conciencia de que vive bajo amenaza, y la
película PEREJIL es una contribución a esto. Recuérdese que el principal
problema de dominicana no es lo económico, la inseguridad, y el alto costo de
la vida, sino la excesiva y abusiva ocupación haitiana dispuesta a devorarlo
todo. Ella es la amenaza seria en el presente y para el devenir dominicano. El
momento indica despertar a esa realidad, y no comportarse como el golpeado
resignado que espera recibir el otro golpe. Que no se pierda nunca la ocasión
de reaccionar oportuna y adecuadamente. Hay que estar un poco más en alerta,
pues el cerco que se le sigue tendiendo al país, no tiene límite.
Sobre
tantas películas prohaitianas habría que ver, sin afectar la libertad personal
y profesional en el acto creativo, cómo abordar el asunto. Es preciso indagar
si hay o no, una autoridad fiscalizadora de estos contenidos que van a
transitar por el mundo proyectando imágenes distorsionadas del país
especialmente porque tocan asuntos relacionados con Haití. Hace falta saber si estas películas se han
realizado con los beneficios derivados de la Ley de cine. Es tiempo de entender
que los enemigos de la Rep. Dom. y sus aliados, no escatiman esfuerzos para
querer destruirla. Urge el espíritu de alerta junto al espíritu de lucha para
que República Dominicana puede vencer tantos obstáculos y tantas amenazas. Este
es nuestro compromiso.
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