Meditación | Sandy Yanilda Fermín
Vacaciones de verano en familia
Queríamos realizar una aventura en familia durante el verano
y más que los niños no tuvieran en clases. Durante meses esperamos ese gran día.
Teníamos meses planificando nuestras
vacaciones. Hacíamos relajos para cuando llegara ese día, de las tantas cosas y
los lugares que queríamos visitar. Nos preparamos con la ropa, protector solar,
flotadores y juegos de playa para los niños. Los sombreros coloridos, no se
podían quedar.
Cuando le dimos la noticia
a nuestros hijos, estaban que no les
cabía la alegría, contaban los días cada día, y decían, hoy faltan tantos
días… Era esperar algo que jamás imaginamos, algo real y verdadero, como anhelar
estar juntos después de tantos años. Mi hermana y mis sobrinos, tenían muchos años sin venir al país y yo
tenía todos esos años sin abrazar y darle un beso a mi hermana y a mis sobrinos, y mucho más después
de la pandemia. Claro está, todos mis hermanos y mis padres, teníamos más de 10
años que no nos reuníamos, por la misma distancia que nos separa. Invitamos a
las parejas de nuestros hermanos, inclusive los suegros de mi hija.
Las vacaciones fueron un
espacio donde nosotros nos sentimos felices. Tranquilos, relajados, con un cosquilleo
para reír, un ritmo contagioso para bailar, hacer algo diferente a nuestra
rutina y lo más hermoso, pasarla en “familia”.
Como familia, nunca nos aventuramos a planificar vacaciones juntos, pero cuando
se hizo, las maravillas y las bendiciones de Dios llegaron. Volver a vivir esos hermosos momentos inolvidables, aunque sean cortos, es la felicidad, felicidad que se esparció
como una semilla alegre y transformó en melodía cada corazón.
Algunos nos quemamos un
poco con los rayos del sol, y con eso confirmamos, que realmente se disfrutó. En
la playa, no se quedó hacer el castillo de arena, jugar con la pelota y el
platillo volador. Jugar al que más dure debajo del agua. Claro está, la sesión de fotos en todos lados, mi parte
favorita. Capturamos los rostros alegres en diferentes momentos, incluso en
el autobús. Capturamos el mar, el agua y
hasta el silencio de las olas. Captamos en fotos los momentos de vida perdurables
en la memoria y en nuestro corazón.
El realizar turismo
interno, visitar los museos, visitar la familia, el campo, fueron parte de
nuestra rutina. Me dijo una amiga y una compañera, que “las vacaciones son la mejor terapia y eso es salud”.
Muchos dirán, ¿y cómo
hicieron para hacer tantas cosas? Muchos de nosotros ahorramos, desde el año
pasado y a principio de este año, mis hermanos compraron los vuelos y pagamos
el hotel con 6 meses de anticipación. Tomamos también en cuenta que, al
regresar, todos y cada uno, debía dejar algo de dinero para cuando regresáramos
a nuestras labores diarias, no estar preocupados por los gastos y así continuar
en la paz y la tranquilidad que estuvimos durante esas dos semanas. Lo más
importante, hacer lo posible de irnos de vacaciones sin deudas, siempre y
cuando se pueda.
Disfrutamos unos días
felices, unos días bonitos de playa, veladas en las noches, fueron unas vacaciones inolvidables para todos, por
que hicimos algo diferente… tan importante que ya estamos hablando de las
próximas vacaciones.
Concluyo mi artículo
diciendo, en todo momento al salir de la casa e irnos a vacacionar, no dejes de encomendarte a Dios, encomienda tu
familia, el que va a conducir, y veras como la presencia de nuestro Dios irá
contigo y descansaremos tranquilos y sin preocupaciones, como nos lo dice
San Lucas 12:29. Descansa, lo necesitas tú, tu familia y tu mente.
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