Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín
La
mirada del Silencio
Había una vez, que quería descubrir el silencio y para mi sorpresa, dormía en medio de unas
nubes traviesas, que un arcoíris rodeaba con mucha magia y belleza.
Como no podía alcanzarlo, corrí rápido para encontrarme con
el silencio en medio de su sueño que parecía muy risueño. Me senté a esperar al silencio, quien se despertó repentinamente con
una lluvia de pétalos.
El silencio
se quedó en silencio, no quería ser interrumpido, de su
siesta y el olvido. Se sentía delicado, en medio de una magia que las palabras
no contagiaban.
Le pedí
perdón al silencio, por haber tocado a su puerta mientras dormía. Pedí
perdón al silencio, por hacer preguntas mientras recorría montañas en
busca de unas palabras.
Pedí perdón al silencio, cuando miré en mi interior, la Paz que buscaba sin romper el viento que preguntaba por el tiempo.
Pedí perdón al silencio, por las veces que interrumpí su espacio en blanco, donde estaba en llanto en medio de un amplio arco.
Le pedí perdón al silencio, por haber sido su cupido, por poco tiempo fallido. Pensé en el silencio como un contratiempo, por no haberle dado, tiempo al tiempo. En el silencio de una flor, encontré un amor, que busca información acerca del perdón.
El silencio me preguntó el motivo de la interrupción, le
dije que no sabía la razón. Simplemente lo
hizo mi corazón, en busca de una respuesta en busca de un amor.
La mirada
del silencio, se tornó un poco agitada, no sabía qué decir, y tampoco me hablaba.
Buscaba en el
silencio el mar, el cual no paraba de cantar, quise decirle que me escuche
pero, se fue tan rápido, que parecía un eclipse.
El silencio me retuvo
un largo tiempo, quizás para entender que no debía estar atrapada en ese
momento.
El silencio me contaba de su éxito y de su rutina, cuando no
había motivación por la vida. Con
ternura y amor, me invitó a salir de su casa, a que busque el silencio de
las olas, el silencio de la mañana y la aurora.
Le agradecí al
silencio por haber entendido mi cuestionamiento. Por haberme tomado de la
mano, en un momento incierto, donde todo parecía caerse y que era hermoso
cerrar el capítulo de este hermoso cuento.
Al final de la conversación, me dijo el silencio, que hubo
alguien que se acercó a él en oración y
consiguió la Redención. Que manifestó amor, aunque con él, no tuvieron
compasión.
Que hubo
una mujer única, que, en el silencio, guardo la fe sencilla y grande con amor.
Si hoy estas en un silencio, que sea para buscar de Dios y
escucharlo. Como nos dice el Salmo 37, 7: “Guarda
silencio ante Dios”, quien te guarda en medio de tu silencio y quien te ayuda a tener paciencia y esperar.
Y como dice la canción, pidamos a nuestro Dios, que nos dé:
“Un corazón atento, que escuche su voz
en el silencio y que creamos en su creación en todo tiempo, pues siempre nos
habla en el silencio.
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