Reflexión | Miguel A. Munárriz/FA
El regalo de la Vida
Lc
17, 11-19
«Uno
de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz»
Algunos
especialistas sostienen que Lucas no está narrando hechos, sino que recoge una
parábola cuyo mensaje central sería más o menos el siguiente: “Es mucho lo que
recibimos y muy poco lo que agradecemos”. Y quizá nuestro problema no sea solo
de agradecimiento, sino de consciencia; de pasar por la vida de forma tan
mecánica y rutinaria que no nos hacemos conscientes del don extraordinario que
ésta representa.
A
veces vivimos a la defensiva, agobiados por mil contingencias negativas que
asaltan nuestra vida. Otras, afanosos, deseosos de alcanzar las metas y anhelos
que nos proponemos o que nos tientan, pero, en cualquier caso, incapaces de
pararnos a pensar en todo lo bueno que hemos recibido empezando por la vida.
Por supuesto, todavía somos menos capaces de pararnos a dar gracias a Dios por
ello.
Quizá
por esa razón, siento un especial deleite cuando el celebrante nos sorprende
con la lectura de una plegaria eucarística, tan sencilla, que está reservada a
misa de niños.
«Te
alabamos Padre por todas las cosas bellas que has hecho en el mundo y por la
alegría que has dado a nuestros corazones. Te alabamos por la luz del sol y por
el agua clara, y por tu Palabra que ilumina nuestras vidas. Te damos gracias
por esta Tierra tan hermosa que nos has dado, por las mujeres y los hombres que
la habitan y por habernos hecho el regalo de la vida. De veras, Señor, tú nos
amas, eres bueno y haces maravillas por nosotros».
Es
estupendo sentirse vivo; ser conscientes de haber recibido el regalo
irrepetible de la vida. Porque con la vida hemos recibido también la capacidad
de amar y ser amados; de conectar con las personas que nos rodean y gozar
íntimamente del lazo afectivo que establecemos con ellas, de sentir esa
plenitud que nos llena el alma en algunos momentos y nos transporta a otra
dimensión a la que llamamos felicidad.
De
vibrar con la belleza de este mundo; una belleza superflua si la miramos desde
Darwin, pero imprescindible si la miramos desde la perspectiva de un padre que
prepara la morada de sus hijos. De emocionarnos contemplando la inmensidad del
firmamento estrellado, el intenso azul del mar, las montañas nevadas en el
horizonte, el colorido de los bosques en otoño, el sonido rumoroso de una
regata que se desliza entre hojas caídas o el sosiego que trasmite un atardecer
de verano…
Y
me dirán que la vida no solo es eso, sino que en ella también hay enfermedad,
muerte y sufrimiento; y lo que es peor, que todo ello sofoca la esperanza de un
futuro feliz donde el mal haya sido superado… Pero es aquí donde recibimos el
mejor regalo de todos; la buena noticia que proclama el evangelio y recoge la
plegaria: «De veras, Señor, tú nos amas, eres bueno y haces maravillas por
nosotros» …
Y
es que, a pesar del mal, hay razones para creer que esto tiene sentido, que
tenemos futuro… o como decía Ruiz de Galarreta, «que está pensado por una
Madre».
Publicado
por Feadulta.com
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