Actualidad Mundial | Pedro Barrado/VN
¿Qué es el apocalipsis?
A
primeros de octubre, la OTAN alertó de la movilización del submarino
nuclear ruso K-329 Belgorod. Lo grave del asunto es que, al parecer, ese
submarino es capaz de lanzar el torpedo ‘Poseidón’, un proyectil de 24 metros y
con una cabeza nuclear de cientos de toneladas.
Naturalmente,
la noticia ha extendido la preocupación por todas partes, hasta el punto de
que, de forma casi inmediata, los medios han empezado a hablar del “arma
del Apocalipsis” y a utilizar sin cortapisas el adjetivo “apocalíptico”.
Incluso el presidente Biden ha llegado a afirmar que el Armagedón nuclear está
más cerca que nunca desde la crisis de los misiles de Cuba (en 1962).
Aunque
ya es conocido, es conveniente recordar que el libro que cierra la Biblia
cristiana, el Apocalipsis –o libro de la Revelación, en el ámbito protestante–,
pertenece a un género literario que responde a una corriente de pensamiento muy
concreta que surgió en el mundo judío en torno al cambio de era: la
apocalíptica.
Libros
apocalípticos
Los
libros apocalípticos tratan de infundir esperanza a una población aplastada, como
ocurrió en el judaísmo con la dominación helenista (siglo II a. C.) o en el
cristianismo joánico a finales del siglo I. El modo de esperanzar a la
población consistió en anunciar el final de las fuerzas que la oprimían. Un
final que se imaginaba en medio de una conflagración mundial, cósmica; una
lucha entre las fuerzas del bien –identificadas con el autor del libro
apocalíptico y sus destinatarios– y las del mal –entre las que se incluía a los
opresores–, y en la que, evidentemente, saldría triunfante el bien.
Así,
el libro del Apocalipsis habla en el “septenario de las copas” de esa batalla
final:
“Y
vi salir de la boca del dragón, de la boca de la bestia y de la boca del falso
profeta tres espíritus inmundos en forma de ranas. Son los espíritus demoníacos
que hacen signos y se dirigen a los reyes de la tierra entera con el fin de
congregarlos para la batalla del gran Día de Dios todopoderoso. […] Y los
congregó en un lugar llamado en hebreo ‘Harmaguedón’” (Ap 16,13-14.16).
“Harmaguedon”
o “Armagedon” significa en hebreo la “montaña de Meguido”. En Meguido
murió el rey Josías en el 609 a. C., en un combate con el faraón Necao II,
pasando a convertirse así, en la tradición judía, en un lugar de trágica
memoria. Por eso probablemente se tomó como lugar imaginado para esa batalla
final que esperaban los apocalípticos.
No
sabemos si algún día tendrá lugar esa conflagración final. Esperemos que la
cordura se imponga entre los seres humanos. En todo caso, lo cierto es que el
Señor acompaña siempre a sus hijos, sean cuales sean sus circunstancias.
Publicado
por Vida Nueva
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