Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín
Soy feliz
Al amanecer de este caluroso otoño, con el sol que
despierta, salgo a caminar y me deslumbro y, al igual que yo, tanta gente le da
las gracias a Dios, por permitir que seamos felices con lo mucho que nos
ofrece sin nosotros merecerlo.
Soy feliz porque yo lo decidí. Decidí en este año
dedicarme tiempo. Tiempo que muchos de nosotros no hacemos porque vivimos
sumergidos en nuestro día a día, en nuestro pasado o peor aún, soñando con un
futuro incierto donde sólo Dios tiene el control de lo que no vemos y de lo que
es correcto.
Decidí ser feliz porque me convencí de que, en medio del
desierto, nos hacemos cuasi perfectos. Me siento ser una guerrera forjada por
Dios para afrontar las adversidades de la vida con mucha valentía y alegría.
Soy feliz porque en el desierto no morí. Al contrario, el
Espíritu Santo fue testigo de la gracia que Dios construye en mí.
Soy feliz porque decidí confiar y apostar a mí. Dios nos
trae tantas verdades que no creemos pero que, son posibles ante sus ojos
bondadosos y misericordiosos.
Soy feliz porque la perseverancia fue mi amiga y compañera.
En medio de un momento mágico que llegó inesperado sin mucha prisa, cargado de un
amor verdadero, sin restricciones y sin retrasos, justo en el momento donde sólo
Dios y yo nos amamos.
Soy feliz porque me lo merezco y entendí que Dios es felicidad,
por tanto, cada ser humano tiene derecho a ser feliz, como diría una canción.
Soy feliz porque vi que Dios no se equivoca. Él tiene el control,
aunque no entendamos su misterio y su misión. El conoce los tiempos, aunque no
comprendía su cuestionamiento. Dios me miró con su pensamiento y en medio de su
propósito el me permitió encontrarme con discernimiento y donde no fui enviada
con mucho equipamiento.
Soy feliz porque Dios permitió que no perdiera la
esperanza y un ángel me envió para vivir la naturaleza sin preguntas ni razón.
Soy feliz, porque en medio de mi aflicción. El construyó
un puente de esperanza entre nosotros. El construyo un mensaje lleno de paz
donde me decía que siempre ha estado
conmigo, aunque hubo momentos en que caía y, él me levantaba y sonreía.
Soy feliz porque todo tiene solución. Soy feliz porque la
vida lo ha querido así. Dios permite que nos encontremos con la vida y la vida
se encuentre con nosotros. Dios permite que el amor nos arrope de una manera
jamás imaginable. Dios nos envía sus mensajeros para entender que todo lo puede
con su gracia y majestad.
Soy feliz porque un día lo vi. Acercarse a mi mirada con
ojos alegres en medio de mi vida que estaba gris. Soy feliz porque no entendí
lo que pasó, sólo Dios sabía mi ilusión de encontrarme un día con la vida, con
un amor y sobre todo donde habite mi Señor.
Soy feliz porque se hizo el encontradizo en el camino de
mi historia y el universo conspiro para que sucediera.
Soy feliz porque Dios lo manifestó y lo conseguí, seguir su plan perfecto para mí. Un plan que no tiene explicación y donde recibí su bendición.
Soy feliz porque Dios me recompensó todo un tiempo que
guardó en silencio y compresión.
Soy feliz porque te tengo a ti Jesús y contigo soy más
que feliz. Tu felicidad sobrepasa los montes. Tu amor es un amor inigualable,
perfecto, uno se siente amado, comprendido y con deseos de continuar la vida
llena de plenitud, con mucho esmero, pero con mucha pasión.
El tiempo de Dios es perfecto… y siempre debemos esperar
que lleguen mejores tiempos.
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