Espiritualidad | Carlos Pérez Laporta
Refugiarse en la presencia de Dios
Lunes de la Octava
de Navidad / Mateo 10, 17-22
Evangelio: Mateo 10, 17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«¡Cuidado con la gente, porque os entregarán a los
tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante
gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los
gentiles!
Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais
a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que
decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de
vuestro Padre hablará por vosotros.
El hermano entregará al hermano a la muerte, el
padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre;
pero el que persevere hasta el final, se salvará».
Comentario
¿Cuál podía ser la defensa de Esteban? «No os
preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os
sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el
Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros». La defensa de Esteban solo
podía ser Dios mismo. Por eso dirá antes de su martirio: «Veo el cielo abierto
y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios». Ver a Dios, ver el cielo
abierto y reconocer a Cristo allí presente es tener el Espíritu. El Espíritu
nos pone en comunión con Dios, y nos permite penetrar las profundidades del
cielo. Y ver a Dios.
Esa es la mejor defensa. Refugiarse en la presencia
de Dios. Porque si vemos a Dios y estamos con él, nada puede dañarnos. Con Dios
el daño es salvación y la muerte es resurrección. Por eso, de esa visión
provienen las palabras del Espíritu, que defienden porque abren a los demás a
la Verdad: «Así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles». Porque
develan la verdad de Dios sobre esos hombres, permitiéndoles que puedan
reconocerle también: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado».
La mejor defensa es la visión de Dios, por la
seguridad que significa para el mártir Esteban, pero también por la verdad que
ofrece a los que le matan: el perdón. El perdón es la verdad que desvela la
existencia del mártir; es lo que este testimonia. Con su muerte da fe a una
vida por encima de la muerte, a una vida capaz de superar el efecto mortal del
pecado. Revela el perdón.
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