Reflexión | Reflejos de Luz
Los magos nos enseñan
La
capacidad para ver la estrella, abiertos a la llamada de Dios, vigilantes,
hombres de oración. Saben distinguir perfectamente los signos de los tiempos.
No son hombres distraídos. Escuchan la voz del cielo y en su propio corazón.
Su
disponibilidad para dejarlo todo y ponerse en camino. No son hombres
instalados, apegados a cosas y lugares, porque viven de la esperanza. Hombres
libres “de” toda atadura y libres “para” todo aventura, hambrientos de luz y de
Dios.
Su
constancia en el seguimiento de la estrella. No les faltaron dudas y pruebas en
el camino. Ellos pasaron también por la noche, cuando no se ve ni se siente ni
se entiende nada; lo difícil de la noche, cuando Dios es silencio y hasta los más
queridos nos abandonan.
Su
lectura de los hechos. Cuando la estrella se para ante la casa pobre, no se
escandalizan y lo reconocen como Mesías. La mayoría del pueblo judío no fue
capaz de hacer esta lectura. Y es que Dios es siempre sorprendente, se viste de
sencillo y solo se manifiesta a los humildes y los pequeños.
La
adoración. “Cayendo de rodillas lo adoraron”. No basta con ver. La fe es
entrega y amor. Ellos, más que el oro, incienso y mirra, ofreciendo su corazón.
Creyeron y adoraron.
Su
capacidad de cambio. Fueron capaces de volver por otro camino. Es cosa segura
que Dios cambia siempre nuestros planes. Creer es vivir confiados en la
inseguridad. Su transformación. En el viaje de vuelta ya no necesitaban
estrellas, porque la estrella la llevaban dentro.
Era
tal la luz y la alegría que recibieron, que ellos mismos se convirtieron en
estrellas. Y por donde quiera que pasaban iban dando testimonio de lo que
habían visto y oído. Fueron misioneros de la alegría y el amor.
Publicado
por Reflejos de Luz
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...