Evangelización | Carlos Pérez Laporta
Ciudadanos del cielo
Miércoles de la 4ª
semana del tiempo ordinario / Marcos 6, 1-6
1 de Febrero de
2023
Evangelio: Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo
seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la
sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que
le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el
carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus
hermanas ¿no viven con nosotros aquí?». Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su tierra,
entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó
algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y
recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Comentario
Jesús está y predica en «su ciudad». En esas calles
y entre esa gente se había criado. Todo aquello lo tenía como lo suyo y le era
familiar. Era el lugar donde siempre se había sentido cómodo. Pero no era su
verdadero hogar, ni su verdadera patria. Siempre se había sentido acogido, pero
también siempre había sabido que no era originario de ese lugar. Él era de otra
ciudad, mucho más suya. Hasta ahora no había habido tensión en su corazón entre
esas dos ciudades. Pero hoy le quema la ciudad celeste, hoy quiere hablar a sus
amigos y ciudadanos de su ciudad originaria. No le basta con ser acogido, no le
es suficiente con adaptarse a esta ciudad adoptiva. Jesús quiere llevarlos a su
patria, quiere sacarles de sus casas y sus costumbres y hacerles ciudadanos del
cielo.
Pero no le dejan. Es como si hablase otra lengua.
Se siente extranjero, desconocido: «No desprecian a un profeta más que en su
tierra, entre sus parientes y en su casa», dice. Y como no le dejan, no puede
ni siquiera hacer milagros ¡Dios mismo no puede! ¡Sin la respuesta libre de la
fe Dios permanece impotente! «No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó
algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe». Es
posible que el evangelista quisiera matizar, diciendo que su impotencia no fue
absoluta porque alguna curación hizo. Pero es útil también trazar para nosotros
una distinción entre milagro y mera curación: a veces Jesús puede curar, pero
no hacer milagros, porque no toda curación constituye un milagro. El milagro no
es el acto físico de la curación por sí misma, sino en cuanto que esta
significa y muestra su presencia divina. De ser así no habría podido hacer
milagros porque no habría podido familiarizarlos consigo, con su yo más íntimo,
haciéndoles conciudadanos del cielo; pues, no tenían fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...