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Viviendo a Clara hoy en el mundo
Las
hermanas del Monasterio Beata Virgen del Buen Camino, de Iglesias (Cerdeña),
hablan de su vida y misión siguiendo el ejemplo de santa Clara de Asís, al
servicio de los que más sufren. "Estamos convencidas -escriben- de que la
posibilidad que tiene Clara hoy de difundir y emanar luz clara en la casa del
Señor está sobre todo unida a nuestro testimonio de vida fraterna, en la unidad
y en la comunión".
Escrito
“en coro” en el corazón del Monasterio beata Virgen del Buen Camino.
Cuando
san Francisco y santa Clara atrajeron tras de sí a multitud de hombres y
mujeres sedientos de verdad y de Evangelio, era a finales del siglo XII e
inicios del XIII y los biógrafos de la época encuadraban su misión en la
situación social y espiritual de esa época con palabras como estas:
“Francisco,
cual lucero del alba en medio de la niebla matinal, irradiando claros fulgores
con el brillo rutilante de su vida y doctrina, orientó hacia la luz a los que
estaban sentados en tinieblas y en sombras de muerte; y … anunció a los hombres
la buena noticia de la paz y de la salvación. ¡Oh Clara!, dotada de tantos y
tales títulos de claridad. Fuiste clara de verdad antes de la conversión, más
clara desde aquella hora, preclara en tu vida claustral y, finalmente,
clarísima, una vez apagada tu vida en el tiempo…”
Hoy,
en el siglo XXI, nosotras hijas de Clara sentimos tener la misma misión, aunque
los modos para vivir este carisma son los que el tiempo nos sugiere y que
además están siempre bajo discernimiento, para que nuestro mensaje y nuestro
testimonio alcancen a los hombres de hoy a través de su lenguaje e intercepten
sus verdaderas preguntas. En estos últimos años nos hemos encontrado todos
viviendo un clima pesado, primero por la pandemia, después por la guerra a las
puertas de nuestra Europa. En un mundo interconectado, además, todo nos alcanza
y nos hiere, siendo conscientes de pertenecer a esta humanidad que sufre y
afronta miles de urgencias. La nuestra es una vida de oración y contemplación,
pero una oración en la que nuestro corazón lleva en sí el grito de todos los
hermanos, las esperanzas de pueblos enteros, además de las ansias de los amigos
más cercanos y presentes a nuestra mirada.
Durante
la pandemia, no pudiendo tener contacto directo con la gente, para hacer sentir
nuestra cercanía y participación, preparamos un vídeo en YouTube en el que
dedicamos un canto de esperanza a los enfermos de Covid y a los trabajadores
sanitarios. Esta iniciativa tuvo muchas resonancias positivas, pero sabemos que
estos medios no servirían si no expresaran un verdadero involucramiento de fe y
de amor. Ese amor que nos impulsó a dedicar toda la Cuaresma de ese año, desde
lo escondido y en el silencio, a una adoración eucarística ininterrumpida con
la que interceder insistentemente por nuestro país y el mundo entero.
Del
mismo modo, tocadas por el tormento de la guerra en Ucrania, quisimos implicar
en la oración a los fieles que frecuentan nuestra iglesia, proponiendo turnos de
adoración eucarística todos los domingos de Cuaresma, a partir de las primeras
horas de la mañana, en las que el canto de los Laudes abría ese tiempo
bendecido a la gracia.
Este
tiempo fuerte de intercesión después culminó en la Vigilia Pascual, celebrada
con particular intensidad. Nuestro pensamiento fue a todas las situaciones de
muerte y sufrimiento que nos son encomendadas: enfermos, personas solas y
desesperadas, sin techo, familias en dificultad… Todas las hemos visto
iluminadas por la gloria del Resucitado que transfigura el dolor y trae vida
nueva. Algunos de estos hermanos y hermanas le seguimos de forma particular,
encontrándoles en el locutorio y rezando junto a ellos para sostenerles en los
momentos más difíciles (por ejemplo, una madre que ha perdido a su hijo en un
accidente, familias en dificultad con los hijos, jóvenes que buscan el sentido
de la vida, mujeres deseosas de una guía espiritual, etc.).
Otra
modalidad que nuestra Forma de Vida nos ha sugerido para reflejar la luz de
Cristo y que hemos realizado en más de una ocasión, también a la luz de los
nuevos documentos sobre la vida de clausura que la Iglesia ha promulgado, es la
de abrir a las personas más cercanas e interesadas, los encuentros de Lectio
Divina que habitualmente hacemos entre nosotras hermanas en comunidad. También
esta iniciativa trae savia de las raíces de nuestra vida contemplativa, porque
la penetración de la Palabra no se improvisa, ni se reconoce la voz del Espíritu
si no es escuchada de forma cotidiana y con perseverancia ofreciendo nuestro
corazón a la escucha amorosa del Verbo.
Además,
estamos convencidas de que la posibilidad que tiene Clara hoy de difundir y
emanar luz clara en la casa del Señor está sobre todo unida a nuestro
testimonio de vida fraterna, en la unidad y en la comunión. Si santa Clara
sintetizaba los pilares de su vocación y su carisma en la “Santa unidad y
altísima pobreza”, hoy parece aún más incisivo y necesario el testimonio de que
es posible superar los impulsos individualistas dominantes en la cultura y en
la mentalidad de hoy trabajando sobre el propio corazón en una continua
conversión, en la gracia del Espíritu, hasta construir día tras día ese
“nosotros” comunitario en el que late la presencia viva de Jesús mismo, a
través del cual nos volvemos fecundas y generadoras en la Iglesia y en el
mundo.
Publicado
por Vatican News
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