Actualidad | Tiziana Campisi/VN
Cuatro asteroides llevan el nombre de un Papa y tres jesuitas
Los
cuerpos celestes han sido bautizados en honor del Papa Gregorio XIII, nacido
Ugo Boncompagni, y de los sacerdotes de la Compañía de Jesús Johann Hagen, Bill
Stoeger y Robert Janusz, todos ellos asociados al Observatorio Vaticano. El
nombre oficial fue dado a conocer por la Unión Astronómica Internacional.
Se
llaman 562971 Johannhagen, 551878 Stoeger, 565184 Janusz y 560974
Ugoboncompagni son los cuatro asteroides "bautizados" con los nombres
de tres astrónomos del Observatorio Vaticano y del Papa Gregorio XIII -nacido
Ugo Boncompagni, que vivió en el siglo XVI-, a quien se debe la reforma del
calendario (más tarde llamado gregoriano) y el inicio de la tradición de los
astrónomos y Observatorios papales. Los astrónomos que han dado nombre a tres
cuerpos celestes son los jesuitas Johann Hagen, que fue director del
Observatorio Vaticano de 1906 a 1930, Bill Stoeger, (1943- 2014), cosmólogo y
teólogo, y Robert Janusz, actualmente en la plantilla del Observatorio Vaticano.
Los nombres de los cuatro asteroides "famosos" fueron publicados por
la Unión Astronómica Internacional en su último boletín del 7 de febrero.
Los
asteroides y la Compañía de Jesús
Más
de treinta asteroides llevan hoy los nombres de otros tantos religiosos
jesuitas. Entre ellos, el Padre Christopher Clavius, a quien Gregorio XIII
encargó el proyecto del calendario - "su" asteroide se llama 20237 Clavius-
y el Padre Giovanni Battista Riccioli (1598-1671), que desarrolló el sistema de
nomenclatura lunar que se sigue utilizando hoy en día; el ahora famoso
"Mar de la Tranquilidad" donde aterrizó el Apolo 11, por ejemplo, le
debe su nombre. Como los jesuitas han viajado mucho durante siglos, otros de
estos asteroides representan distintas partes del mundo, como Filipinas (4866
Badillo), Paraguay (6438 Suárez), China (31124 Slavicek), la República
Democrática del Congo (23443 Kikwaya) y Argentina (2490 Bussolini). Otros
asteroides fueron bautizados por astrónomos del Observatorio Vaticano, entre
ellos 302849 Richardboyle, 119248 Corbally, 14429 Coyne, 4597 Consolmagno,
23443 Kikwaya y 11266 Macke.
El
proceso para denominar un cuerpo celeste
Según
la Unión Astronómica Internacional, la denominación de un determinado asteroide
(o planeta menor) tiene lugar a través de un proceso que, en algunos casos,
puede durar décadas. Cuando se descubre un nuevo planeta menor, se le da un
nombre provisional basado en la fecha del descubrimiento. Cuando la órbita del
objeto se determina de tal manera que su posición puede predecirse con
fiabilidad en un futuro lejano, normalmente después de haber sido observado
cuatro o más veces mientras se aproxima a la Tierra, entonces se le asigna un
número definitivo, emitido sucesivamente por el Centro de Planetas Menores de
la UAI. En ese momento se invita a su descubridor a sugerir un nombre. También
existen directrices al respecto: no se permiten nombres de mascotas o de
carácter comercial y los nombres de personas o acontecimientos conocidos
principalmente por razones políticas o militares no pueden utilizarse hasta 100
años después de la muerte de la persona o de la fecha del acontecimiento. Por
tanto, los derechos de denominación no pueden comprarse. Los nombres propuestos
son juzgados por un panel de quince astrónomos profesionales de todo el mundo
con intereses de investigación relacionados con los planetas menores y los
cometas.
Los
centros astronómicos de la Santa Sede
En
el Observatorio Vaticano (Specola Vaticana), en Castel Gandolfo, trabajan doce
científicos; su director, el sacerdote jesuita Guy Consolmagno, explica a Vatican
News que a menudo se identifican nuevos asteroides para los que se proponen
nombres.
"Somos
muchos los que trabajamos con el telescopio – añade – y por tanto identificamos
nuevos cuerpos celestes, así que hay varios asteroides con nuestro nombre, yo
también tengo uno". En el Observatorio de la Santa Sede, abarcan desde la
cosmología hasta el estudio del polvo en el espacio, los meteoritos y los
asteroides. "Tocamos todos los campos de la astronomía -continúa el padre
Consolmagno-. Últimamente, uno de nosotros, el padre Jean-Baptiste Kikwaya
Eluo, ha trabajado sobre el polvo y la luz de una estrella fugaz y de
meteoritos que han llegado a Italia y a otras partes de la Tierra. También
estudió las direcciones desde las que los meteoritos entraron en nuestra
atmósfera y llegó a la conclusión de que la dirección de los meteoritos que
cayeron en Italia es diferente de la de los meteoritos que llegaron a
Texas". En cuanto a las investigaciones y estudios realizados en Castel
Gandolfo y en el Observatorio de Arizona, donde se encuentra el telescopio
Alice P. Lennon Telescope y el Centro de Astrofísica Thomas J. Bannan, el
director del Observatorio Vaticano tiene interés en precisar que no se trata de
descubrimientos, porque "la ciencia no es un descubrimiento", es más,
"es como la religión, que no es un encuentro fantástico con Dios, sino un
ir, día a día junto al Creador". Y hay mucha materia, y los estudios y
datos podrían ser objeto de próximas publicaciones.
Cuatro
monjas propuestas para dar nombre a nuevos cuerpos celestes
En
cuanto a los nuevos nombres que se propondrán a la Unión Astronómica
Internacional para los pequeños planetas detectados en el cosmos, el padre
Consolmagno no piensa en los de otros pontífices. "Si se encontraran
cuatro nuevos asteroides, mi sueño sería dar los nombres de cuatro monjas que
trabajaron con el Observatorio hace 100 años", confiesa, "eso sería
bonito para mí". Entonces 'la otra mitad del cielo' también brillaría
entre los nombres de muchos astrónomos y cosmólogos".
Publicado
por Vatican News
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