La Familia | Natalia Posada
La autoestima de tu hija:
claves para fomentarla
Como hemos
explicado anteriormente, los hijos y las hijas tienen necesidades educativas
diferentes.
Así que
estudiaremos la autoestima de las niñas y cómo los padres podemos ayudar a
fortalecerla, puesto que desde el hogar se puede hacer mucho por construir un
auto concepto sano y positivo.
Una tarea que empieza al
nacer
Una sana
autoestima es una especie de “blindaje” ante las amenazas del entorno.
Es una herramienta que da criterio ante las opiniones de los demás y es
determinante para defender las propias convicciones. Además, ayuda a tomar
decisiones acertadas.
La autoestima
se construye poco a poco y mucha parte se hace al interior de la familia. Desde
el conocimiento de los hijos, los padres deben potenciar las fortalezas y
trabajar las debilidades, ejercicio que genera confianza en ellos mismos.
Esta tarea
debe comenzar desde la primera infancia y se irá reforzando durante todo el
desarrollo físico y emocional de la niña, de esta manera se sembrarán unas
bases sólidas para afrontar una de las etapas más vulnerables: la adolescencia.
En ésta, la autoestima se pone a prueba y aunque es propio de la edad sentir
inseguridades y temores, un buen trabajo previo, ayudará a aminorarlos.
La autoestima en la mujer
Una parte
importante de la autoestima se basa en la percepción de la apariencia física,
en especial en la mujer. Y es que la naturaleza femenina lleva marcada la
necesidad de vigorizar el auto concepto y la seguridad en sí misma, de ahí que
solicite la aceptación de los otros y algunas veces reclame más atención de lo
que conviene. Hay que trabajar entonces el concepto del “amor propio” para que
ellas se acepten tal como son, y así evitar que caigan en situaciones
desfavorables como desórdenes alimenticios, adicciones y muchas otras.
Los padres, y
principalmente las madres, tienen una gran influencia sobre sus hijas en este
aspecto. Por eso hay que evitar lo siguiente:
No convertir el tema del
cuerpo en una obsesión
Algunas veces
las madres -sin intención de causar daño- hacen comentarios sobre el peso o
talla de sus hijas, y ellas de forma inconsciente, comienzan a sentirse bien o
mal por este aspecto, creando poco a poco un prejuicio peligroso.
No maldigas de tu cuerpo
frente a tu hija
“La madre, o
la figura que la represente, es el primer modelo de identificación de toda
mujer; por eso, resulta básico en la construcción de la autoestima”, explica la
psicóloga Ernestina Arhancet. Lo que la madre haga o diga al respecto, tendrá
un efecto directo en su hija e influenciará su forma de auto percibirse.
No le digas que haga
ejercicio ni dieta por su cuerpo
Mejor motívala
a llevar una vida sana por los beneficios que ello representa para su salud
tanto física como mental, pero hay que sacar de toda finalidad el tema
estético.
No hagas comparaciones
“Las
comparaciones son odiosas” dicen por ahí, y en este caso sí que lo son. La
maravilla de la creación humana forja a cada persona única e irrepetible, por
tanto, no hay comparación válida.
No cofundamos la autoestima
con la egolatría
Una sana
autoestima no es sinónimo de presunción, engreimiento ni petulancia; por el
contrario, la autoestima se fundamenta en el conocimiento propio y esto incluye
las debilidades, de este modo ayuda a la aceptación de las limitaciones y
permite superar más fácilmente los niveles de frustración.
Sin embargo,
todo el bombardeo publicitario al que son sometidas desde muy pequeñas no ayuda
para nada: refuerza sus inseguridades, les crea falsas expectativas y las
encasilla en un modelo de belleza único. Es necesario explicarles e insistirles
que su autoconcepto no debe partir de la belleza, hay que sacar de su
mentalidad que el valor de una persona se da únicamente por el aspecto físico.
Todas las mujeres son bellas por el hecho de poseer una esencia femenina y así
deben sentirse.
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