Reflexión | Juan F. Puello Herrera/LD
La muerte no es el fin
En
cualquier situación por dolorosa que parezca, se trata de llevar la alegría a
los demás, porque la santidad consiste en estar siempre alegres y el cristiano
debe ser fundamentalmente una persona alegre, pero no es una alegría
cualquiera, es la alegría de Cristo que trae la justicia y la paz y sólo Él
puede darla y conservarla, ya que un alma triste está a merced de muchas
tentaciones.
Carlos
G. Vallés narra en Estad Siempre Alegres la historia de los tres místicos
chinos que le llamaban “Los tres santos de la risa” porque eso era lo único que
hacían: reírse. Eran un encanto porque su risa era contagiosa, si le pedían que
predicaran o enseñaran contestaban que no tenían nada que decir que lo de ellos
era reír y que no hacían nada más, y solo con esto cambiaban todo, y así andaban
por toda China.
Finalmente,
en un pueblo sucedió lo que alguna vez tenía que suceder, se murió uno de los
tres, y entonces la gente del pueblo se reunió y dijeron: “Ahora si tienen un
problema, ya veremos si se ríen ahora, porque su amigo ha muerto y los dos
tendrán que llorarlo, en cambio los encontraron riendo y bailando, diciendo que
era la mejor forma de despedirlo, siendo criticados acremente por esto.
La
risa es eterna porque la vida es eterna, y la celebración continúa, a esto nos
referiremos con los tres santos de la risa en una próxima entrega.
Publicado
por Listín Diario

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