Reflexión | Juan Vicente Boo
Religiones politizadas
La lista de grandes religiones que sufren procesos
de politización en nuestros días es larga y preocupante. Aun así, el fenómeno
es difícil de percibir, ya que se produce lentamente y revestido de motivos
patrióticos por políticos que manipulan a beneficio propio los sentimientos de
sus conciudadanos. La invasión de Ucrania ha
mostrado el servilismo de la Iglesia ortodoxa rusa a un tirano que lanza una
guerra de agresión contra el país vecino, incluyendo matanzas de civiles. Cirilo todavía no ha dicho una palabra en contra. Putin
lleva tiempo financiando templos y asistiendo a ceremonias litúrgicas para
reforzar su poder presentándose como «defensor del cristianismo». Antes, el
comunismo soviético corrompía al clero católico en medio mundo infiltrando el
marxismo. Xi Jinping lo somete y patriotiza por
la fuerza.
La politización más extrema es el yihadismo
islámico, una oleada de violencia y terrorismo cuyas víctimas han sido en más
de un 90 % musulmanas. Pero también es negativo el nacionalismo islámico
de Erdogan en una Turquía que había aprendido a respetar a
todas las religiones. En la India Narendra Modi sigue cabalgando el
nacionalismo hindú para su propia conveniencia. Más insidiosa ha sido la
infiltración de centros budistas en Myanmar por el dictador de facto, general Min Aung Hlaing, para que los monjes
apoyen la violencia genocida contra los musulmanes rohinyá. En el judaísmo,
parte de los ultraortodoxos israelíes forman piña con los colonos en acciones
violentas contra los palestinos musulmanes e incluso algunos de sus lugares de
culto.
Entre los cristianos, la deriva política más espectacular
es la de grupos pentecostales y evangélicos en Estados Unidos y Brasil, aliados
fáciles de líneas políticas tipo Trump o Bolsonaro. La manipulación de los
católicos norteamericanos por millonarios de credo hipercapitalista y el ala
conservadora del Partido Republicano se intensificó a raíz de la victoria del
demócrata Bill Clinton en 1992. Crisparles mediática o digitalmente para que
voten a los partidos más conservadores suele dar resultado. Son víctimas sin
saber de quién. Los católicos airados o amargados difícilmente transmiten
el Evangelio.
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