Papa Francisco | Vatican News
El Papa y la Regla franciscana, un don sin tiempo y sin
fronteras
El
Papa Francisco firmó el prefacio del libro de Zdzisław Józef Kijas
"Brulicante di vita" (Rebosante de vida), publicado por Ediciones
Messaggero de Padua y dedicado a los 800 años de la Regla del santo de Asís. El
texto fue anticipado por el diario La Stampa.
Francisco,
el hermano de "todos", hace 800 años quiso dar a sus hijos una Regla
para caminar juntos hacia la misma meta: abrazar y besar a Cristo presente en
la carne sufriente de los rechazados.
El
Evangelio es "Regla y forma" del estilo de vida que Francisco propone
a sus compañeros; a cuantos le piden compartir su compañía no se propone como
modelo; a los que se lo piden les muestra que Jesús es el único Maestro; el
corazón de la elección consiste en "seguir las huellas de Nuestro Señor
Jesucristo"; Francisco en la relación con sus compañeros es un artesano de
vidas humanas para que maduren hacia la plenitud de la alegría y del amor.
Es
un artesano del discernimiento, como atestigua la Leyenda de los tres
Compañeros: "Insistía en la oración para que el Señor le mostrara su
vocación. A nadie, sin embargo, confió su secreto, ni se sirvió de los consejos
de nadie, salvo sólo de Dios, que había comenzado a guiar su camino, y a veces
del obispo de Asís".
Su
estilo transmite las cualidades del hermano al que acompaña; la simplicidad y
el espíritu de la Regla son un don universal que entrega al camino de la
Iglesia de todos los tiempos.
Cada
uno puede dar estos pasos sin renunciar a la diversidad de sus propios orígenes
de lugares y de culturas; el arte de la acogida, de la escucha y de la custodia
no rompe las teselas de vidas en situaciones particulares y necesidades
precisas que sólo en un camino que tiene la medida de una Regla fraterna y
acogedora pueden convertirse en un hermoso mosaico con muchos colores.
Francisco
toma del Evangelio la fuerza y el perfume de una Regla para comunidades
abiertas a un "prójimo sin fronteras". Él nos entrega la historia de
un proceso de vida compartida que pone en el centro el corazón del Evangelio,
lo esencial, el kerigma de la vida cristiana.
La
Regla no es una carrera de obstáculos, sino una brújula que orienta y acompaña
en el camino. Con un texto esencial, Francisco testimonia que no es tanto la
obsesión por los detalles lo que hace caminar a una persona; Francisco muestra
que, aceptando el reto de reinterpretar la propia historia, madura un proyecto
de vida gozoso y solidario.
El
descubrimiento del amor universal de Jesús es más fuerte y atractivo. Así, la
Regla no separa, no divide y no contrapone las diferencias, sino que abre un
camino compartido. Cada uno de nosotros, a pesar de las diversas dificultades,
las subidas y los precipicios, descubre que nunca camina solo, sino que todos
estamos ligados los unos a los otros; estamos llamados a ser
"andamios", para formar un gran andamiaje que pueda reparar la casa
de todos, la Iglesia, la misma misión acogida por el Seráfico Padre Francisco por
parte del Señor.
La
Regla solicita al corazón y a la mente para cultivar nuestra humanidad, para
cultivar las relaciones con Dios y con los demás. Es una pedagogía del cuidado
que activa procesos de discernimiento comunitario. Es una Regla con un espíritu
que hace brotar progresivamente en el camino la alegría de ser llamados por el
Amor y a amar; es la fuerza del espíritu que nos incita a despojarnos de todo
lo que puede agobiarnos: "Estaba ya completamente cambiado en el corazón y
a punto de estarlo también en el cuerpo", escribía Tomás de Celano.
Es
la trayectoria de Francisco – que se convirtió él mismo en una forma viva de la
Regla – para encontrar a Dios, para encontrarse con los descartados a los que
llamaba "hermanos cristianos", para desarrollar una mirada renovada
de cuidado solidario y corresponsable hacia la casa común.
La
Regla no nos fue dada para ser encadenados o constreñidos a estar bajo el peso
de órdenes abstraídas de la realidad, tiene en cuenta la carne concreta de cada
individuo, para que pueda liberarse de ese hilo delgado y casi transparente que
nos mantiene prisioneros, cerrados y aislados como le ocurre a un pajarillo,
atado por el tobillo y constreñido a permanecer encerrado en una jaula.
Entrar
poco a poco en la medida de las huellas de Cristo desarrolla "la
inclinación hacia todo lo que es bueno". Es un camino de apertura hacia
Dios y hacia los demás para poder volar hacia el Cielo que acoge a toda la
familia humana, para vivir en paz y en alegría, con un corazón libre y abierto
al mundo, con la sal del amor de Jesús. Esta sal es el verdadero fruto de la
Regla.
Publicado
por Vatican News
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