Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín
Hambre de Dios
¿Cuándo tenemos hambre,
cómo nos sentimos? A nivel físico, sentimos dolor estomacal, dolor de cabeza,
hasta mareo. A nivel emocional, sentimos enojo, rebeldía, impotencia,
desesperación, tristeza, si en algún momento hemos tenido hambre y no tenemos
alimento. ¿Eso nos hace sufrir? En el libro de Amos, vemos un mensaje parecido
a lo que expreso: “vendrán días en que Dios nos enviará hambre sobre la tierra,
no hambre de pan ni sed de agua, sino de
las palabras del Señor”. Andarán de aquí para allá en busca de la palabra del Señor,
pero no la encontrarán.
¿Cuándo nos alejamos de Dios, qué pasa? ¿Hay hambre de
Dios en ese momento? Muchos de nosotros dejamos de ir a la iglesia y ahí nos
sentimos sin fuerzas. Dios comienza a alimentarnos como si fuéramos unos bebés,
para así dejar de tener hambre de Dios y
encontrar la salvación (1 Pedro 2: 2).
Lo ideal sería que siempre haya hambre de Dios, para siempre buscarlo y querer
comer su cuerpo a diario.
¿Creen que una persona que no ha pasado hambre
puede entender a aquel que si ha pasado hambre? ¿Alguien que no ha tenido
la experiencia de Dios, de tener su sustento, podría dar testimonio de su providencia? (Salmos 119: 81).
Cuando pasamos hambre y duramos varios días sin
comer y beber, morimos. Sin la palabra de Dios, desfallecemos. Cuando tenemos
vacío de Dios, no avanzamos en la fe, es como estar en el desierto sin comida,
no vemos la piedad, y mucho menos la misericordia cerca de nosotros. Si vemos en San Marcos, 11: 12-25, Jesús
tuvo hambre, sin embargo, aunque fue tentado por Satanás, confió en nuestro
padre celestial, quien nos sustenta. Dios permite que pasemos hambre, para que él,
pueda gloriarse en nuestras vidas.
¿Muchos de nosotros podríamos tener la comida y no
poder comer? ¿Muchos de nosotros, vamos a la iglesia y no podemos comulgar? De repente nos
acercamos a la confesión, restauramos nuestro espíritu con la santa comunión, para poder llenar nuestra alma de su amor.
¿Qué tipo de alimento espiritual ofrecemos a
nuestros hijos? Vemos a lo largo
de la historia, como algunos niños son abandonados por sus padres, y les falta
el sustento. Cuantos días de angustias, de desvelo, que hoy día, aun les duele.
Dios bendice a sus hijos, porque nunca los deja solos y mucho menos los abandona.
Salmo 72: 12-14, Dios asiste a aquellos
que sufren y no tienen quien los socorra. En otro lugar, nos dice: Aquél que venga a mí, no padecerá más hambre.
Hay un canto que
dice: Su nombre es el Señor y pasa
hambre, y clama por la boca del hambriento. Hoy el Señor nos invita a su
banquete, para que jamás haya hambre en él, sino que podamos alimentarnos con el
pan vivo bajado del cielo y que su palabra, sea un manjar para un día llegar a su
casa celestial.
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