Papa Francisco | Patricia Ynestroza
El Papa Francisco reflexiona
hoy en su catequesis sobre la virtud de la esperanza
El Pontífice,
al mencionar esta virtud, afirmó que pecamos a menudo contra ella, cuando nos
sobresalen nostalgias malas, melancolías, cuando nos dejamos vencer por
nuestros pecados, olvidando la misericordia de Dios. Cuando el amor de Dios
deja de ser un fuego eterno y nos falta la valentía de tomar decisiones que nos
comprometen para toda la vida. El Papa exaltó que el mundo de hoy tiene tanta
necesidad de esta virtud cristiana, y de tanta paciencia, virtud que va de la
mano de la esperanza.
Esta mañana en
su catequesis número 18, el Papa Francisco la dedicó sobre la virtud de la
esperanza. «¿Qué será de mí? ¿Cuál es el destino del viaje? ¿Cuál es el destino
del mundo?». Sobre estas preguntas, el Papa dijo que si tenemos una respuesta
negativa a estas preguntas nos produce tristeza, “si no hay un sentido en el
viaje de la vida, si no hay nada ni al principio ni al final, entonces nos
preguntamos por qué debemos caminar: de ahí surge la desesperación humana, el
sentimiento de inutilidad de todo”.
Luego
parafraseando la Spe Salvi del Papa Benedicto XVI: «Sólo cuando el futuro es
cierto como realidad positiva, se hace llevadero también el presente,» afirmó
que, si falta la esperanza, “todas las demás virtudes corren el riesgo de
desmoronarse y acabar en cenizas”. Si no tenemos la certeza de un “mañana
fiable, un horizonte luminoso, sólo quedaría concluir que la virtud de la
esperanza es un esfuerzo inútil”.
La esperanza: una virtud contra la que pecamos a
menudo
El Pontífice
señaló que la esperanza, es una virtud contra la que pecamos a menudo cuando
nos sobresalen nostalgias malas, “en nuestras melancolías, cuando pensamos que
las felicidades pasadas están enterradas para siempre”. También cuando nos
dejamos vencer por nuestros pecados, olvidando “que Dios es misericordioso y
más grande que nuestros corazones. Pecamos contra la esperanza cuando en
nosotros el otoño anula la primavera; cuando el amor de Dios deja de ser un
fuego eterno y nos falta la valentía de tomar decisiones que nos comprometen
para toda la vida”.
“¡El mundo de
hoy tiene tanta necesidad de esta virtud cristiana! Como también necesita tanto
la paciencia, virtud que camina de la mano de la esperanza. Los seres humanos
pacientes son tejedores de bien. Desean obstinadamente la paz, y aunque algunos
tienen prisa y quisieran todo y todo ya, la paciencia tiene capacidad de
espera. Incluso cuando muchos a su alrededor han sucumbido a la desilusión,
quien está animado por la esperanza y es paciente es capaz de atravesar las
noches más oscuras”
Además,
profundizó el Santo Padre, “la esperanza es la virtud del que tiene un corazón
joven; y aquí, la edad no cuenta. Porque existen también ancianos con los ojos
llenos de luz, que viven una tensión permanente hacia el futuro”.
El cristiano tiene esperanza no por mérito propio
Porque cada
cristiano, cree en el futuro, “porque Cristo murió y resucitó y nos dio su
Espíritu”, dijo Francisco, y retoma la Spe Salvi: «Se nos ofrece la salvación
en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias
a la cual podemos afrontar nuestro presente».
Por tanto,
Francisco recuerda que “la esperanza es una virtud teologal”, porque no emana
de nosotros, dijo, “no es una obstinación de la que queramos convencernos, sino
que es un don que viene directamente de Dios”.
Retomando la
carta de san Pablo a los Corintios, donde, dijo Francisco, les presenta la
nueva lógica de la experiencia cristiana: «Si Cristo no resucitó vana es la fe
de ustedes y ustedes siguen en sus pecados. Por tanto, también los que
durmieron en Cristo perecieron. Si solamente para esta vida tenemos puesta
nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los
hombres!», es como si dijera, señala el Papa, que “si crees en la resurrección
de Cristo, entonces sabes con certeza que no hay derrota ni muerte para
siempre. Pero si no crees en la resurrección de Cristo, entonces todo se vuelve
vacío, incluso la predicación de los Apóstoles”.
Recordando la solemnidad de Nuestra Señora de Luján
En sus saludos
en español, el Papa recordó que en su patria, en Argentina, se celebra la solemnidad
de Nuestra Señora de Luján, y mencionó que su imagen estaba presente en la
Plaza. "Pidamos por Argentina, para que el Señor la ayude en su
camino", concluyó.
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