Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín
El
carrusel de la Vida
Cuando éramos
niños e íbamos al parque, lo primero que nos llamaba la atención, era encontrarnos con un carrusel (los
caballitos). ¡La carita se nos llenaba de sonrisas al ver las luces,
escuchar la música y, ver como giraba, vueltas y vueltas, eso era emocionante! Quedábamos
fascinados. Era ser nosotros mismos en nuestro mundo ideal, era soñar
despiertos en un mundo lleno de fantasías.
El vernos
rodeados de felicidad, la magia de ese lugar nos envolvía, no queríamos que
nunca terminara ese espacio del tiempo, no
mirábamos el reloj, no teníamos miedo, simplemente éramos felices, al igual
que los demás niños, que subían y bajaban alegres.
Esto me hizo
reflexionar, que siempre es bueno soñar despiertos. El vernos montados en ese
carrusel, recordar esos momentos felices y alegres que vivimos cuando niños.
Sin embargo, ya adultos, para buscar la
felicidad, damos tantas vueltas y vueltas. Sentimos que ya no es lo mismo,
ya no hay magia en nosotros, las vueltas no nos parecen alegres ni felices, al contrario,
queremos detener el tiempo y que pare de girar.
Así como el
carrusel de nuestra vida gira como el reloj, nos damos cuenta como la gente que
gira a tu alrededor, girará junto a ti, siempre y cuando reconozca que ese
carrusel existe.
Para los niños lo bueno de
girar era sinónimo de empezar de nuevo, sin embargo, para nosotros los adultos,
volver a cero e iniciar de nuevo, nos da temor.
Cuando el
carrusel de la vida se va deteniendo, ya sabes que pronto se acabará la
felicidad, porque pensaste que nunca acabaría. El carrusel se detiene
lentamente y nos toca el turno de bajar. Pero no sólo tu bajarás, sino que a
muchas personas también les pasará. Muchas personas también tendrán que adaptarse
por un tiempo a no volver a subirse. Volverán a su rutina, a la normalidad, y sólo
queda el hermoso recuerdo del carrusel. De
la emoción, del miedo, de ver a los demás también parecer como si corrieran en
el aire.
Cuando
visualizamos el carrusel girar con armonía, trae a nosotros esa nostalgia, el imaginarnos subidos en él y vimos
el mundo con asombro y bella curiosidad,
incluso relajados. Nos vimos socializando con los demás y nadie sabe si hasta
recordando algún romance que tuvimos en nuestros años de juventud.
Según pude
investigar este juego se hizo muy popular en el siglo XVII, siendo su origen en
el siglo XII. La palabra carrusel, viene
de la palabra francés “carrousel” que se refería a unos torneos de aros en
esa época.
El pensar en el
carrusel, es ver el amor de Dios como si
fuera una rueda, girar en torno a nosotros junto a la música del espíritu santo,
y aunque nos bajemos del carrusel, Dios continúa con nosotros motivándonos y
dándonos ánimo.
Siempre quedará
la pregunta ¿Volveríamos a subir? ¿Confiaríamos? ¿Nos daría miedo? Siempre que
hay preguntas es porque hay respuestas, y si
hay respuesta, siempre habrá esperanza.
Que hoy el
carrusel de la vida nos enseñe, a tomar el control y dejar de dar vueltas a
todas aquellas cosas que nos quitan la paz y no nos permiten ver el amor de
Dios, tenemos que robarle una sonrisa a
Dios, y que el gire a nuestro
alrededor siempre, que no se apague su magia en nosotros, eso es el sueño
de todo cristiano.
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