Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín
La vida es un Viaje
Al amanecer de
un hermoso día, los rayos del sol tocan mi cara con una intensidad tan
brillante, como queriendo decirme: llegó el gran día, para iniciar ese viaje que
tanto soñaste y que te llevaría al destino de unos momentos de alegría que
nunca imaginamos.
A un lugar
destinado de Dios, para nuestra familia. Un lugar donde la brisa es fría, pero cálido
el abrazo de nuestra gente. Un lugar donde los momentos especiales, se
quedarían en recuerdos inolvidables, que impactarían nuestras vidas de una
manera sorprendente y mucho más aun, nuestros futuros viajes de vida, para así
cumplirse, el propósito que tiene Dios
para cada uno de nosotros, que era darle una sorpresa a nuestra madre, la
cual la haría muy pero muy feliz y así rendir honor a quien ha entregado su
vida por todos y cada uno de mis hermanos, incluyendo a mi padre.
Durante la
planificación del viaje, me hice varias preguntas y una de ella fue: ¿Por qué la vida se parece a un viaje? Y
a raíz de eso, empecé a escribir este artículo, para así dejar implícito el
aprendizaje que nos traería, y cómo valoraríamos y atesoraríamos, el habernos
reunido como familia: Celebrar el viaje
de la vida que Dios nos regala.
La vida es un
viaje donde estamos hoy, ha sido el lugar que Dios ha querido para cada uno de
nosotros. Pues, estás hoy en un lugar y luego estás en otro. El
viaje de la vida es ver como se activa tu Fe ante las alertas de un capitán
que no vemos, pues está en la cabina del cielo, sin embargo, llama y está ahí, asistiéndonos en nuestras vidas, siempre en
el asiento de al lado.
Nos recibe a la
entrada y salida de cada viaje, te ayuda con las maletas de la inquietud, te
anima en medio de las turbulencias, y el día que nos toque visitarlo en el
viaje de la eternidad, nos recibirá lleno de alegría y paz.
También me hago
las siguientes preguntas: ¿Cuantas veces
tendría que llamarnos el capitán para el abordaje? ¿Una vez, dos veces? ¿O
tendríamos que esperar la última llamada? Para poder tener una vida tranquila y
feliz, ¿cuántas veces tenemos que activar nuestra vida en modo avión?
Cuando nos
embarcamos en el viaje de la vida, tenemos que tener pendiente, que nuestro
equipaje de las preocupaciones, lo tenemos que dejar atrás, ¿Qué haríamos antes de iniciar nuestro
viaje? ¿Cómo nos prepararíamos? ¿Dónde dejaríamos nuestro equipaje?
¿Haríamos una lista de lo que debemos solucionar en la tierra?
Por último,
siempre es bueno, tener buen ánimo tanto para el despegue a una mejor vida, como el aterrizaje en los momentos que
Dios nos aquieta. Siempre debemos tener pendiente que delante de nosotros esta
Dios, quien nos dará las instrucciones de cómo llegar a él, a través de su hijo
Jesús, siempre y cuando nos coloquemos
el chaleco de la fe, inflado con su amor único y verdadero, dejarnos guiar por
la luz, que nos lleva por la puerta que escogimos para el bien.
Por eso, durante
el viaje vayamos felices, si olvidamos algunos detalles, por los que no podíamos
volver atrás, para qué preocuparnos si ya iniciamos el recorrido.
Cada vez que
Dios nos dice: “Bienvenido a bordo de su
amor”, es una forma de demostrarnos que siempre le gusta que sus hijos
tengan un viaje agradable en la vida, y como es nuestro capitán, siempre nos
vivirá informando los protocolos de seguridad, los cuales los encontramos en la
Biblia.
Él nos informa
siempre que debemos abrochar nuestro
cinturón con la fe, para mantenernos seguros en esta vida terrenal y aunque
haya turbulencias, no tener miedo porque Jesús es el único piloto de nuestra
vida y nos ayudará con el aterrizaje perfecto, para aplaudir con la alegría, la
intervención divina.
Recordemos las
condiciones del viaje de nuestra vida en
esta tierra, será favorable y lleno de bendiciones, siempre y cuando nos
dejemos inundar con una dosis especial del Espíritu Santo y estemos
dispuestos a renovarnos, y con nuestro ejemplo otros seres humanos también viajen
con nosotros y, que en cada viaje puedas decirte a ti mismo: ¿Viajaste para ti
o viajaste para cumplir algún propósito en el viaje de la vida que nos regala Dios?
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