Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín
El poder de la Amistad
Cuando somos niños,
no tenemos que realizar un entrenamiento para conseguir amigos. Cuando
somos niños, estamos deseosos de ir a la escuela, a la iglesia, al parque, con
tal de encontrarnos con aquellos amigos, que nos hacen la vida más fácil, los
que nos hacen sonreír, los que nos hacen un chiste para alegarnos la mañana,
los que nos hacen llorar de alegría, para que veamos que la vida es hermosa, al
tener amigos que caen del cielo como si
fueran rosas.
Cuando éramos
adolescentes e iniciamos en un grupo juvenil, nunca imaginábamos el poder que tenía nuestra amistad y con el pasar
del tiempo, la apreciamos mucho más, ya que, representa nuestra fuente de inspiración
de una manera genuina y auténtica.
El poder de la
amistad es valorar a nuestros amigos y divertirnos hasta más no poder. En
ocasiones, decimos, tenemos que reunirnos más a menudo, porque cuando
comenzamos a recordar los bellos momentos, es como si estuviéramos en el cielo,
y quisiéramos detener el tiempo, porque entendemos que, nuestra amistad, la cual ha permanecido por años, nos ofrece
apoyo emocional, felicidad y hasta deseos de cantar y bailar.
Muchos autores
nos dicen, que el secreto para tener una vida saludable es: Tener amigos para divertirnos. El poder
de la amistad se convierte en esa energía positiva, radiante de luz que te
lleva a sonreír, reír, y reír más.
Es conectar con
una realidad que crees que nunca pasará. Es ver la vida desde otra óptica. Es enfrentar desafíos, compartirlos y
buscar soluciones juntos, donde de una manera u otra, nos ayudan a crecer como
seres humanos.
El poder de la amistad es increíble, solo nosotros sabemos quiénes son
nuestros amigos, quiénes te sorprenden, quiénes se acuerdan de tu cumpleaños,
inclusive, quiénes se dan cuenta hasta de cómo te sientes, al contestar una
llamada.
Hay momentos en
la vida, donde podríamos decir: “Me habré equivocado de vida, pero no de amistad”. Un amigo es,
muchas veces mejor que un hermano. Los
amigos son la familia que elegimos. En
ocasiones ha habido silencios como el
invierno, pero continuamos siendo los mismos amigos.
El poder de la amistad
no se mide por la cercanía, sino por su fidelidad, lealtad y, discreción. No
hay que estar juntos todo el día para ser amigos. Hay amigos que caen del
cielo, para convertir tus alegrías en anhelos. Solo a los buenos amigos, les contamos nuestros secretos, así como canta
un ruiseñor frente a un riachuelo.
El poder de la
amistad es alegría, de escoger amigos extraordinarios a lo largo de nuestras
vidas, porque los verdaderos amigos llegan
y permanecen a nuestro lado para siempre.
Tenemos una
amiga que nos dice, que ella es nuestra psicóloga
personal sin sueldo, pero que nosotros le pagamos cuando nos juntamos, y
entre todos nos ofrecemos una “terapia
motivacional de amigos”.
Decíamos
también, que el poder de la amistad es
tan grande, que no hay psicólogo que pueda conseguir lo que conseguimos cuando
nos reunimos. No hay pastillas que eliminen
el nivel de estrés, porque nuestra buena amistad, generan alegría y paz, que
salen desde los huesos, que nos rejuvenecen, que nos reaniman, y aunque estemos
en la tierra, es estar en un lugar destinado de Dios para nosotros.
El poder de la
amistad es tan maravilloso y ha tenido una fuerza que ha impactado nuestras
vidas, que no hay tiempo ni espacio, que nos límite para poder compartir, y más
cuando se trata de un buen amigo, como lo es el Padre Juan Tomas García Pichardo.
Fue un honor
haber compartido también con el Padre Martín
Luzón, sacerdote amigo de tantas personas de nuestra comunidad y su hermana
Rita. En este encuentro también tuvimos la oportunidad y el honor de compartir
con Monseñor Héctor Rafael Rodríguez,
Arzobispo de Santiago.
La confianza
entre todos nosotros como amigos, ha generado una confianza hermosísima. Por
eso, comparo nuestra amistad, con la
amistad que le depositó Dios a Abraham, la cual cambiaría la historia de la
humanidad.
Por eso también
comparo nuestra amistad, con la amistad que tuvo Jesús, con sus discípulos, para
llevar su misión de salvación a todos nosotros. Inclusive, para poder llevar su
plan divino, tuvo que hacerse amigos de publicanos y pecadores.
Imaginen, si
Dios necesitó de un amigo, para planificar la salvación del mundo, imaginen nosotros, mucho más aún,
necesitamos del poder de la amistad y del amor de Dios, para nuestras vidas.
Entonces yo me
pregunto: ¿Cuántos de nosotros quisiéramos ser amigos de Dios, y así tener una
amistad profunda? Por eso, Dios se divirtió al crear al mundo y al crearnos a
nosotros.
Por eso, no
solo celebremos el 14 febrero por ser el Día de la Amistad y el Amor, hagámoslo siempre, celebremos dejando entrar en
nuestro corazón, aquellas personas que son nuestros amigos, pero en especial a
nuestro gran amigo Jesús, porque, ¡Los
verdaderos amigos, son para toda la vida! Y como dijo Jesús: “No hay mayor
amor, que dar la vida por sus amigos”.
(Juan 15, 13).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...