Actualidad | Alcedo A. Ramírez
Haití.
Expresidentes, Líderes y Obispos
Todos estamos de acuerdo en la decisión del presidente
Abinader de convocar una reunión con los expresidentes dominicanos, para
discutir sobre la problemática situación de Haiti y consensuar algunas medidas
necesarias para hacer frente a este riesgo inminente y permanente a la estabilidad
y tranquilidad de la República Dominicana y su población. Asimismo, se debe
buscar la manera de reactivar los canales diplomáticos, nacionales y
extranjeros para pedir ayuda y colaboración en esta dirección, sin olvidar la
reactivación de la Comisión Bilateral Permanente entre los dos países que
comparten esta Isla de Santo Domingo.
Sin dejar de reconocer la importancia de esta iniciativa
presidencial, nos parece prudente extender dicho llamado a otros segmentos y
círculos prominentes de la sociedad dominicana, como son los comerciales,
empresariales, profesionales y religiosos, ya que de esta manera se logra
integrar y conciliar mayores opiniones y opciones de medidas a tomar, cada una
enfocada desde sus particulares perspectivas, sin dejar de lado la preeminencia
del gobierno de servir de eje conductivo y catalizador.
Desde hace ya mucho tiempo, la experiencia administrativa y
comercial nos ha confirmado el hecho de que el comercio es una actividad humana
que trasciende las barreras culturales, regionales y raciales, por lo que la
inclusión de los comerciantes dominicanos en una iniciativa para ayudar a
enfrentar la grave crisis haitiana es una de gran valor, ya que este sector ha
tenido siempre contacto permanente con sus pares haitianos, a la vez de que
cualquier solución necesariamente tiene que contemplar un componente
significativo en materia de intercambio comercial, que es vital para ambas
partes.
Asimismo, los empresarios dominicanos y haitianos son un
grupo privilegiado por sus conocimientos, preparación y recursos, los cuales
hacen de ellos unos actores de primer orden, no tan solo en sus respectivos
escenarios, sino también en las actividades transnacionales que son comunes a
dichos grupos empresariales de ambos lados de la frontera que divide ambas
naciones. A esto se puede agregar la evidencia palpable de las incursiones e
incidencias de los empresarios dominicanos y haitianos en las economías de los
dos países. Estos grupos también pueden agregar mucho valor y peso a la mejoría
de la situación haitiana.
Nosotros siempre hemos abogado por la inclusión de los
enfoques y la participación de los profesionales y técnicos en todos los
asuntos que tienen que ver con los países, su desarrollo, crecimiento y
progreso general, ya que la magnitud de los problemas y situaciones que debemos
enfrentar a diario sobrepasa el seguimiento de una estrategia y táctica basada
exclusivamente en la intuición y el sentido común, dando paso a la obligación
de proseguir con métodos y técnicas sofisticados, al alcance de aquellos que se
han preparado en esos menesteres. Sería un error dejar para después los aportes
y puntos de vista de estos expertos profesionales.
Así llegamos al último grupo importante de actores
nacionales que deben participar en esta Cumbre sobre Haití, para poder dar a la
misma un sentido de nación, incluyendo a sus sectores principales. Nos
referimos a los Obispos Religiosos, católicos y de otras denominaciones, que
pueden aportar mucho, tanto por la fortaleza, aceptación y universalidad de sus
planteamientos, como por las múltiples relaciones que sostienen con sus pares
de Haití, lo que hace que los contactos, discusiones y acuerdos puedan ser más
fácilmente socializados y aceptados por todas las partes y segmentos de las
poblaciones de ambos países.
Finalmente, solo nos resta enfatizar la importancia y
urgencia de esta adecuada iniciativa del gobierno dominicano, en la persona de
su Presidente, ya que este asunto haitiano no se puede postergar ni prolongar
por mas tiempo, sin grandes y graves consecuencias para ambas naciones y
países, lo que contribuiría aun mas a la delicada situación que ya están
viviendo ambos pueblos. Busquemos soluciones factibles, reales, sensatas y
solidarias que permitan asegurar y garantizar la estabilidad, la justicia y la
paz para Haití y la República Dominicana. Amén, Ahora y Siempre.
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