Actualidad | Alcedo A. Ramírez
De
San Pío V a Francisco
El mes de abril concluye en el santoral católico con la
Fiesta de San Pío V, un Pontífice del Siglo XVI que se distinguió por liberar a
Europa y la Cristiandad de los intentos de invasión de las tropas musulmanas,
las cuales querían extender su presencia más allá de la Península Ibérica, así
como por su férrea oposición a las nuevas doctrinas luteranas y protestantes
que estaban esparciéndose por todo el continente. Ahora, en el Siglo XXI, al
Papa Francisco le ha tocado convencer a los musulmanes que somos hermanos y que
debemos llevarnos bien, fortalecer la unidad interreligiosa, a la vez de
ofrecer la mano amiga y la reconciliación a todas las corrientes cristianas, ya
que el Maestro de Nazaret es la cabeza de todos, propugnando siempre la Unidad
de Todos como la Voluntad de Dios.
La gran devoción a la Virgen María es otro de los rasgos que
caracterizan la vida y las actuaciones eclesiales de estos dos grandes Papas,
que confirman la continuidad de las tradiciones católicas desde San Pedro, las
cuales vienen a fortalecer y dar lustre a las enseñanzas del Magisterio de la
Iglesia Católica y su Jerarquía. El rezo del Santo Rosario de la Virgen y su
correspondiente Catequesis son dos temas presentes en San Pío V y Francisco. El
primero dedicó la Virgen del Rosario la victoria de las tropas cristianas en
Lepanto, en el año 1571, poco antes de su muerte, y Francisco quiso que sus
restos mortales descansen en la Basílica de Santa María la Menor, en Roma y a
corta distancia del Vaticano. También ambos Pontífices enfatizaron la
importancia y necesidad de acudir con frecuencia a la Sagrada Eucaristía y a
los demás Sacramentos como manera segura de profundizar la vida correcta y
santa del creyente.
Tanto Francisco como Pío V provienen de los estratos medios
y bajos de la sociedad, por lo que representan ejemplos claros de sacerdotes
humildes y sencillos que llegaron a ocupar las más altas posiciones de la
Iglesia Católica, no tan solo por su condición de grandes intelectuales y
eruditos, sino también por su trato atento, humano y sencillo con los pobres
del Señor. En ambos casos, era muy común verlos caminando y visitando los
barrios y parroquias de sus respectivas zonas pastorales. De igual forma, su
preocupación constante por el bienestar y la seguridad de sus sacerdotes y
obispos son desvelos que encuentran causa común en ellos. Eran verdaderos
Pastores de Pastores.
En aportes significativos a la Iglesia, San Pío V y el Papa
Francisco se colocan al frente de muchos líderes católicos y cristianos que
hicieron múltiples aportes importantes y prácticos a sus respectivas sociedades
y al mundo entero. El freno a las invasiones musulmanas a Europa, las
decisiones de que los obispos y curas párrocos debían vivir en sus comunidades,
el Nuevo Misal y Catecismo de la Iglesia fueron obra y resultados de las iniciativas
de Pío V. El acercamiento con las demás religiones importantes del mundo, la
unidad entre los cristianos de diferentes denominaciones, el énfasis permanente
en la Paz Mundial, su preocupación genuina por la calidad y el mantenimiento
del Medio Ambiente y de la Tierra, como Casa Común de la Humanidad, son las
preocupaciones y resultados que tenemos que reconocer y resaltar en Francisco.
Cuando nos encontramos con los finales de ambos Papados,
surgen las inquietudes y preocupaciones por las interrogantes comunes a la
sucesión de un gran Prelado, en el sentido de sus condiciones excepcionales y
sus aciertos en la conducción de la Nave de la Iglesia y sus ocupantes,
Precisamente es aquí donde tenemos que recordar las Palabras de Cristo Jesús:
No tengan miedo; Yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos.
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