lunes, 12 de mayo de 2025

Jesús se identifica como el Buen Pastor


Evangelización | Héctor López Alvarado*

 


Jesús se identifica como el Buen Pastor

 

Reflexión para el Cuarto Domingo de Pascua – Domingo del Buen Pastor (Juan 10, 27-30). La voz de Jesús nos habla hoy: escuchar, ser conocidos-amados y seguir.

 

Hemos llegado al cuarto domingo del tiempo pascual, y con gozo seguimos proclamando que Cristo ha resucitado, que Él vive y es nuestro Buen Pastor, que nos conoce por nuestro nombre, nos ama con ternura y nos guía con firmeza por el camino de la vida.

 

Este domingo es conocido como el Domingo del Buen Pastor, y en él la Iglesia celebra también la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, una oportunidad preciosa para pedir por todas las vocaciones al servicio del Evangelio: sacerdotales, religiosas, laicales, y matrimoniales.

 

El Señor nos llama, a cada uno, a ser parte de su rebaño, y a vivir la propia vocación como una respuesta de amor y como una misión de esperanza.

 

La vocación, en cualquiera de sus formas, es el modo en que Dios nos invita a realizar el sueño de amor que tiene para cada uno de nosotros.

 

Por eso, este tiempo pascual es una ocasión privilegiada para escuchar su voz y seguirlo como peregrinos de esperanza.

 

Iniciando esta cuarta semana de Pascua, pidamos al Señor la gracia de escuchar su voz, dejarnos conocer por Él, y seguirlo con corazón confiado. Sólo así podremos vivir la alegría pascual como testigos del Resucitado en medio del mundo.

 

Clave de lectura (Juan 10, 27-30)

El Evangelio de hoy forma parte de las enseñanzas de Jesús pronunciadas durante la fiesta de la dedicación del Templo en Jerusalén, y recogidas por San Juan en el capítulo 10.

 

En ese contexto sagrado, Jesús se presenta como el Pastor verdadero que cuida, guía y protege a su rebaño. Algunos comentaristas señalan que probablemente Jesús se encontraba en el atrio del templo, un espacio rodeado, tal vez evocando un redil, y desde allí sería, desde donde Jesús pronunció estas palabras que revelan su identidad divina: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen”.

 

Este breve pasaje del evangelio es continuación de una enseñanza profunda en la que Jesús se identifica como el Buen Pastor.

 

Y esta afirmación nos interpela hoy como cristianos: ya que no se puede decir que seguimos a Cristo si no escuchamos su voz.

 

Veamos nuestra realidad

En nuestro tiempo, marcado por un cambio de época, nos encontramos rodeados por muchas voces que reclaman nuestra atención.

 

Voces que prometen seguridad, felicidad y éxito, pero muchas veces son falsas esperanzas, construidas sobre el poder, el dinero o el placer.

 

Vivimos en una cultura del ruido, del exceso de información, de las redes sociales, donde a menudo se propagan mentiras disfrazadas de verdad, y donde lo superficial parece más atractivo que lo profundo.

 

Estas voces —a veces dulces, otras ensordecedoras— nos van alejando de la voz de Jesús, que nos habla con suavidad desde el corazón, con palabras de vida eterna.

 

Hoy más que nunca necesitamos detenernos, hacer silencio interior, y aprender a reconocer la voz del Buen Pastor en medio del bullicio del mundo. Sólo su voz nos conduce a la vida plena.

 

¿Cómo ilumina nuestra realidad la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia?

El Evangelio de este domingo nos ofrece 3 palabras, como una clave luminosa para discernir entre tantas voces, la voz de Jesús que nos habla hoy: escuchar, ser conocidos-amados y seguir.

 

Jesús no solo nos llama por nuestro nombre, sino que nos conoce íntimamente, conoce nuestras luchas, nuestras heridas, nuestros anhelos y nuestras debilidades. Y a pesar de todo, nos ama y nos invita a seguirlo.

 

El verdadero discípulo es aquel que escucha y sigue a Jesús, incluso cuando el camino no es el más cómodo ni el más popular. Jesús nos propone una relación viva, afectiva, y transformadora. Como ha dicho el Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 2025: “La vocación es un don precioso que Dios siembra en el corazón, una llamada a salir de nosotros mismos para emprender un camino de amor y servicio. Y cada vocación en la Iglesia —sea laical, al ministerio ordenado o a la vida consagrada— es un signo de la esperanza que Dios pone en el mundo y en cada uno de sus hijos”.

 

Responder a esta llamada nos llena de esperanza, porque nos hace descubrir que nuestra vida tiene un propósito y una misión, un camino que hemos de recorrer con paciencia y alegría mientras vivimos como peregrinos de esperanza en este mundo, permitiendo que sea Cristo Resucitado quien nos transforme, como bien decía el Siervo de Dios Mons. Guglielmo Giaquinta, fundador del Movimiento Pro Sanctitate: “¿Cómo podemos recorrer el camino de la santidad? ¿Puedo hacerlo con mis fuerzas? Es Dios quien nos hace santos, es la acción del Espíritu Santo que nos anima desde dentro es la vida de Cristo Resucitado que nos transforma”.

 

La voz de Jesús, nuestro Buen Pastor, es siempre voz de esperanza, y por eso es tan vital escucharla y seguirlo.

 

¿A qué nos invita el Evangelio de hoy?

Este Evangelio nos invita a compromisos concretos para vivir como verdaderas ovejas del Buen Pastor en este Año Jubilar de la Esperanza: Hacer silencio para escuchar. Reservar unos minutos al día para orar, leer el Evangelio y afinar el oído del corazón.

 

Seguir a Jesús con fidelidad. No basta escuchar: hay que actuar. Revisar nuestras decisiones diarias y preguntarnos si están en sintonía con el Evangelio

 

Ser misioneros digitales: usar las redes para compartir luz, verdad, caridad y esperanza. Combatir la desinformación con la verdad evangélica.

 

Ser testigos de esperanza: vivir con la certeza de que nadie puede arrebatarnos de las manos del Buen Pastor, y por eso, irradiar confianza, paz y alegría.

 

Conclusión

En este Año Jubilar, como peregrinos de esperanza, caminamos con la firme convicción de que Jesús Resucitado, nuestro Buen Pastor, está presente entre nosotros.


Vivimos tiempos complejos, pero también llenos de oportunidades para dar testimonio.

 

Escuchar su voz entre tantas otras requiere valentía y amor, y seguirlo exige coherencia y entrega. Como decía el Papa Benedicto XVI: “No estamos hechos para la comodidad, sino para la grandeza”. Y esa grandeza se concreta escuchando, siguiendo y confiando en Jesús, nuestro Buen Pastor que da la vida por sus ovejas.

 

Que esta Pascua nos fortalezca en ese camino, y que cada día podamos decir con alegría: “Yo escucho su voz, Él me conoce, y yo lo sigo”.

 

*Obispo auxiliar de Guadalajara - México, y presidente de CEPCOM

 

Vaticannews.va





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