martes, 6 de mayo de 2025

La fuerza vital de lo humano: maternidad, familia y la sabiduría de integrar


La Familia | Yris Rossi

 


La fuerza vital de lo humano: maternidad, familia y la sabiduría de integrar

 

No todo lo antiguo debe descartarse ni todo lo nuevo debe adoptarse sin cuestionamiento. Cada época aporta elementos valiosos, y es esencial discernir cuáles merecen ser preservados y cuáles transformados. Esta mirada no responde a nostalgias ni a modas, sino al ejercicio consciente de observar el impacto real de nuestras decisiones sobre la vida personal y social.

 

La maternidad, por ejemplo, es una experiencia profundamente arraigada en la naturaleza humana. Más allá de ideologías o tendencias culturales, el amor maternal ha sido reconocido por la ciencia como una vivencia con efectos neurológicos y emocionales únicos. La neurobiología demuestra que el vínculo madre-hijo activa circuitos de oxitocina, empatía y conexión que influyen positivamente en el bienestar general. Cuando una mujer desea ser madre y no puede lograrlo, diversas investigaciones reportan impactos emocionales importantes: el 69% de las mujeres y el 60% de los hombres afirman haber sentido una carga emocional significativa por no tener hijos, cifra que asciende al 71% en personas de entre 30 y 39 años.

 

Estos datos invitan a replantear discursos que banalizan o desestiman el deseo de maternidad o paternidad. No se trata de imponer un deber, sino de comprender que la reproducción humana es también una dimensión rica, compleja y profundamente ligada a nuestro equilibrio personal.

 

Por otro lado, la familia continúa siendo un pilar fundamental en el desarrollo y estabilidad de los individuos. Lejos de las caricaturas o estigmatizaciones ideológicas, las estadísticas son claras: las familias desestructuradas —marcadas por la violencia, la ausencia afectiva o la inestabilidad— están asociadas a mayores niveles de fracaso escolar, adicciones, dificultades de integración social y conductas antisociales en la infancia y adolescencia.

 

Por tanto, más que desechar lo heredado, deberíamos integrar con discernimiento lo que la ciencia y la experiencia de vida nos muestran: la reproducción humana no solo es parte inherente de nuestra naturaleza, sino que también tiene efectos positivos en la salud física, mental y emocional. La maternidad, en particular, activa mecanismos biológicos que fomentan el cuidado, la empatía y el sentido de propósito. Asimismo, la familia —en sus múltiples formas, cuando está basada en el afecto, el compromiso y la contención— sigue siendo una estructura esencial para el desarrollo humano y la cohesión social.

 

Promover la reproducción responsable, valorar la maternidad y fortalecer los vínculos familiares no es un retroceso, sino una forma madura, integradora y esperanzadora de construir futuro. 










 

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