Actualidad Nacional | Yris Rossi
Carta al Presidente Luis
Abinader en Defensa de la Vida, la Familia y la Fe
Señor Luis Rodolfo Abinader
Corona
Presidente de la República
Dominicana
Palacio Nacional, Santo Domingo, R. D.
Asunto: En Defensa de la Vida,
la Familia y la Fe
Excelentísimo Señor Presidente:
Reciba un saludo respetuoso. Me dirijo a usted
con profunda convicción ciudadana para expresar mi firme oposición a la
aprobación de las tres causales, por considerar que atentan contra la vida
humana desde su inicio, la familia y los valores espirituales que sostienen
nuestra nación.
Existen precedentes internacionales que nos
invitan a reflexionar con seriedad sobre los efectos irreversibles de abrir la
puerta a legislaciones que, bajo la apariencia de compasión, terminan atentando
contra la vida humana. En España, por ejemplo, la legalización inicial del
aborto bajo tres causales derivó, en poco tiempo, en reformas más radicales:
hoy una menor puede abortar sin el conocimiento ni consentimiento de sus
padres, y quienes intenten orientarla pueden ser penalizados. El propio
Tribunal Constitucional español reconoció en su Sentencia 44/2023 que estas
medidas han vulnerado derechos fundamentales de las familias, debilitando
gravemente su estructura moral y jurídica.
Este patrón se repite donde esta legislación ha
sido implantada: comienza como excepción y termina como norma. Y no se detiene
ahí: se transforma en mecanismo de censura contra quienes defienden la vida.
Las llamadas tres causales no son un punto final, son el inicio de una
pendiente peligrosa que ha dado paso a lo que ya puede considerarse el
genocidio más grande de la humanidad: millones de vidas humanas eliminadas
antes de nacer.
En nuestra Constitución, el artículo 37 es claro:
la vida se protege desde la concepción. No hay espacio para excepciones que
desarmen ese principio desde dentro. A esto se une una verdad profundamente
arraigada en nuestra identidad como nación: la República Dominicana es un país
de fe. La mayoría de nuestro pueblo cree firmemente que solo Dios tiene
autoridad sobre la vida y la muerte, tal como lo establece la Palabra contenida
en la Biblia. Esta convicción ha sostenido nuestra historia, nuestras familias
y nuestra esperanza.
Además, la ciencia lo confirma: la vida humana
comienza desde la concepción, con un código genético único, irrepetible,
completamente distinto del cuerpo de la madre. No hay derecho a excluir esa
vida, a desconocerla ni a eliminarla. Lo que hoy se pretende legislar no es
justicia ni modernidad: es una amenaza directa a la dignidad de la persona
humana, al núcleo familiar y a la libertad de conciencia.
Por tanto, como ciudadana dominicana, elevo mi
voz y, en el marco de lo que la ley me confiere, me niego a que sean aprobadas
las tres causales. Lo hago amparada en el artículo 22, numerales 1 y 4 de la
Constitución, que me otorga el derecho a expresar mi pensamiento y a formular
peticiones a las autoridades sobre asuntos de interés general.
Y desde esta convicción hago un llamado: al
pueblo dominicano, a nuestras iglesias, a las familias, a los jóvenes, a los
maestros, a los médicos, a toda persona sin distinción de edad, raza o credo, a
repudiar con respeto, pero con firmeza, cualquier intento de imponer este
modelo de muerte legalizada. Exhorto a todos a no aceptar que se implanten
estas causales, y a solicitar públicamente al gobierno y al Congreso Nacional
que no las aprueben, porque el respeto a la vida no se negocia, se defiende.
Cuando más se necesita claridad
y coraje, la historia recordará a quienes supieron decir con dignidad: sí a la
vida.
Con respeto y profunda convicción le saluda
atentamente,
Yris Rossi
Ciudadana dominicana
Julio,
2025
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