viernes, 19 de septiembre de 2025

Predicando la Buena Nueva del Reino de Dios


Reflexión | P. Ciprián Hilario, msc

 


Predicando la Buena Nueva del Reino de Dios

Homilía viernes 19 de septiembre 2025

 

Lecturas: 1 Timoteo 6,2-12; Salmo 48,6-20; Lucas 8,1-3

La Palabra de Dios en las lecturas de hoy nos invita a reflexionar sobre cómo vivir y predicar la Buena Nueva del Reino de Dios en nuestra vida cotidiana. A continuación, presento siete puntos de catequesis que nos ayudan a aplicar estas enseñanzas en el mundo actual, centrándonos en el tema de anunciar el Reino con autenticidad y compromiso.

 

1. Vivir con humildad y desapego (1 Timoteo 6,2-12)

San Pablo exhorta a Timoteo a huir de la avaricia y a buscar la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre. En un mundo obsesionado con la acumulación de riquezas y el éxito material, somos llamados a vivir con humildad, valorando lo esencial: nuestra relación con Dios y con los demás. El desapego nos libera para predicar el Reino sin distracciones.

 

Aplicación práctica: Reflexiona sobre qué cosas materiales o ambiciones te atan. Dedica tiempo a compartir tus recursos con los necesitados, como un signo del Reino.

 

2. Confiar en Dios, no en las riquezas (Salmo 48,6-20)

El salmo nos recuerda que las riquezas no salvan ni dan vida eterna. Confiar en los bienes materiales es vano, pues solo Dios es nuestra verdadera seguridad. Predicar la Buena Nueva implica mostrar con nuestra vida que nuestra esperanza está en Dios, no en lo pasajero.

Aplicación práctica: Evalúa en qué pones tu seguridad (dinero, estatus, posesiones) y haz un acto concreto de confianza en Dios, como orar por tus necesidades en lugar de angustiarte.

 

3. Acompañar a Jesús en la misión (Lucas 8,1-3)

El Evangelio nos presenta a Jesús predicando el Reino, acompañado por los Doce y mujeres que lo sostenían con sus bienes. Esto nos enseña que todos, hombres y mujeres, estamos llamados a colaborar en la misión de Cristo, cada uno según sus dones y posibilidades.

 

Aplicación práctica: Identifica cómo puedes apoyar la misión de la Iglesia: con tu tiempo, talentos o recursos. Únete a un grupo parroquial o ayuda en una obra de caridad.

 

4. Ser testigos coherentes del Evangelio

Jesús predicaba con palabras y obras, y su vida era un reflejo del Reino que anunciaba. Como cristianos, nuestra vida debe ser un testimonio coherente de fe, amor y servicio, para que otros puedan ver a Cristo a través de nosotros.

 

Aplicación práctica: Examina si tus acciones diarias reflejan los valores del Evangelio. Comprométete a realizar un acto de bondad cada día como testimonio de tu fe.

 

5. Luchar por la justicia y la piedad (1 Timoteo 6,11)

Pablo anima a Timoteo a "combatir el buen combate de la fe". Predicar el Reino implica trabajar por la justicia, defender a los oprimidos y vivir con piedad, es decir, con una relación íntima con Dios. Esto nos desafía a ser agentes de cambio en un mundo marcado por la desigualdad.

 

Aplicación práctica: Infórmate sobre una injusticia social en tu comunidad y busca una forma concreta de contribuir a su solución, como apoyar una causa justa.

 

6. Valorar la diversidad en la misión (Lucas 8,1-3)

El pasaje de Lucas destaca la diversidad de personas que seguían a Jesús: apóstoles, mujeres curadas, y otras que servían. El Reino de Dios es inclusivo y valora la contribución de todos. Hoy, debemos acoger y promover la participación de todos en la Iglesia, sin distinción.

 

Aplicación práctica: Busca incluir a alguien que se sienta marginado en tu comunidad (un joven, un migrante, una persona sola) y hazlo sentir parte de la misión.

 

7. Perseverar en la fe ante los desafíos (1 Timoteo 6,12)

Pablo exhorta a Timoteo a aferrarse a la vida eterna y perseverar. Predicar la Buena Nueva no está exento de dificultades, pero la fe nos sostiene. En un mundo que a veces ridiculiza o rechaza el mensaje cristiano, debemos mantenernos firmes en nuestra vocación.

 

Aplicación práctica: Fortalece tu vida espiritual con la oración diaria y los sacramentos para perseverar en tu misión de anunciar el Reino, incluso en momentos de prueba.

 

Conclusión

Hermanos y hermanas, predicar la Buena Nueva del Reino de Dios no es solo una tarea para los apóstoles o las mujeres que acompañaban a Jesús, sino una llamada para cada uno de nosotros. Vivamos con humildad, confiemos en Dios, seamos coherentes, inclusivos, justos y perseverantes, para que nuestro mundo vea en nosotros el rostro del Reino. Que María, primera discípula y misionera, nos guíe en este camino. Amén.





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