Reflexión | P. Ciprián Hilario, msc
Dichosos
los ojos que ven lo que ustedes ven (Lc 10,24)
(Martes 2
diciembre 2025)
Aquí
tienes 7 puntos clave para meditar, profundizar o predicar sobre las lecturas
del martes 2 de diciembre de 2025 (Adviento, 1ª semana), bajo el
lema «¡Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven!» (Lc 10,24):
1. El
brote del tronco de Jesé (Is 11,1-10)
Dios no
abandona nunca su plan. Aunque el tronco de David parezca cortado (exilio,
pecado, aparente fracaso), de él brota un pequeño retoño: Cristo. En
Adviento se nos recuerda que Dios siempre hace brotar vida nueva de lo que
parece muerto. Pregunta para hoy: ¿Dónde parece que todo está seco en mi vida o
en el mundo? Allí quiere brotar el Mesías.
2. El
Espíritu del Señor reposará sobre Él (Is 11,2)
Se
enumeran siete dones del Espíritu Santo (sabiduría, inteligencia, consejo,
fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios). Estos mismos dones se nos
darán en el bautismo y la confirmación. Adviento es tiempo ideal para pedir que
ese Espíritu repose de nuevo sobre nosotros y nos haga capaces de juzgar «no
por apariencias» sino con justicia divina.
3. La paz
mesiánica que parece imposible (Is 11,6-9)
El lobo
con el cordero, el niño con la víbora… Es la imagen más radical de
reconciliación. Hoy seguimos viendo guerras, odios, divisiones familiares.
Pero el Mesías ya vino y vendrá definitivamente. Cada Eucaristía y cada
reconciliación sacramental es un adelanto de ese mundo nuevo. ¿Qué “lobo” y
“cordero” debo yo reconciliar esta semana?
4. Jesús
se llena de alegría en el Espíritu Santo (Lc 10,21)
Es uno de
los pocos momentos en que el Evangelio dice explícitamente que Jesús «se llenó
de alegría». ¿Por qué? Porque el Padre se revela a los «pequeños» y no a los
sabios y entendidos. Adviento nos invita a hacernos pequeños, humildes,
disponibles. La alegría de Jesús nace de la humildad.
5. Bienaventuranza
única: «¡Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven!» (Lc 10,23-24)
Jesús
afirma algo impresionante: los discípulos están viendo lo que profetas y reyes
deseaban ver y no vieron. Nosotros hoy, 2025 años después, seguimos teniendo el
mismo privilegio: vemos a Cristo en la Eucaristía, en la Palabra, en los
hermanos. ¿Somos conscientes de esta bienaventuranza o la damos por sentada?
6. El
Padre lo ha escondido a los sabios y se lo ha revelado a los pequeños (Lc
10,21)
Dios no
desprecia la inteligencia, pero sí el orgullo intelectual y espiritual. La fe
no es cuestión de títulos sino de docilidad. San José, la Virgen, los pastores
de Belén… todos eran «pequeños». Adviento es tiempo de despojarme de mi
autosuficiencia y dejarme enseñar por Dios.
7. Todo
me ha sido entregado por mi Padre (Lc 10,22)
Jesús
revela la intimidad trinitaria: solo el Hijo conoce al Padre y solo aquel a
quien el Hijo se lo quiera revelar. En Adviento preparamos el corazón para que
Jesús nos revele más al Padre. Cada confesión, cada rato de oración silenciosa,
es una oportunidad para conocer más a Aquel a quien nadie ha visto jamás salvo
el Hijo… y nosotros a través de Él.
¡Dichosos
nosotros si en este Adviento 2025, dejamos que estos textos nos abran los ojos
del corazón para ver al que ya vino y viene cada día!
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