miércoles, 17 de diciembre de 2025

Esperar a Jesús en familia


Reflexión | P. Ciprián Hilario, msc

 


Esperar a Jesús en familia

(Miércoles 17 diciembre 2025 | Lecturas Génesis 49, 1-2.8-10. Salmo 71,2.3-.7-8.17 y Mateo 1,1-17)

 

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Estamos en los días intensos del Adviento, esa segunda parte que comienza precisamente hoy, 17 de diciembre, cuando la liturgia nos prepara de manera más directa para la Navidad. Las lecturas de este día nos invitan a contemplar la promesa de Dios que se cumple a lo largo de la historia, y nos hablan de familia: de una familia humana, imperfecta, pero elegida por Dios para traer al mundo al Salvador.

 

Escuchemos de nuevo las palabras de Jacob en la primera lectura del Génesis: reúne a sus hijos, como un padre que transmite la herencia más preciosa, y profetiza sobre Judá: «No se apartará el cetro de Judá, ni el bastón de mando de entre sus pies, hasta que venga aquel a quien pertenece, y a quien los pueblos deben obediencia». Jacob, en el ocaso de su vida, bendice a su familia y anuncia que de su linaje vendrá el rey esperado, el Mesías.

 

El salmo responsorial nos hace rezar por ese rey: «En sus días florecerá la justicia, y la paz abundará eternamente». Es una oración por el reino de paz que trae el descendiente prometido.

 

Y el Evangelio de Mateo nos presenta la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. A primera vista, parece una lista larga y monótona de nombres: «Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob...». Pero esta lista no es un simple registro familiar. Es la historia de la fidelidad de Dios a su promesa. Dios no eligió un linaje perfecto: en esa genealogía hay santos como Abraham y David, pero también pecadores, extranjeros, mujeres con historias complicadas como Tamar, Rajab, Rut y Betsabé. Hay luces y sombras, éxitos y fracasos, exilios y retornos. Es una familia real, como la nuestra.

 

¿Por qué la liturgia nos presenta hoy esta genealogía? Porque Jesús no viene del cielo como un extraño. Se inserta en una familia humana concreta, con su historia de generaciones. Dios entra en nuestra historia familiar para salvarla desde dentro. Jesús nace en una familia: la de María y José, pero también en la gran familia de Israel, y finalmente en la familia humana entera.

 

El tema que nos propone hoy la Palabra es esperar a Jesús en familia. En este Adviento, cuando ya faltan pocos días para Navidad, somos invitados a preparar la venida del Señor precisamente en nuestro hogar, en nuestra familia.

 

La familia es el lugar privilegiado donde esperamos y acogemos a Jesús. Como Jacob reunió a sus hijos para transmitirles la bendición, así los padres están llamados a reunir a la familia para transmitir la fe: en la oración común, en la lectura de la Biblia, en el perdón mutuo, en la mesa compartida.

 

Pero nuestras familias, como la genealogía de Jesús, no son perfectas. Hay tensiones, heridas, pecados, distancias. Hay generaciones que se alejan y otras que vuelven. Precisamente ahí entra Jesús: no para una familia ideal, sino para la real, con sus imperfecciones. Él viene a sanar, a reconciliar, a hacer nueva nuestra historia familiar.

 

En estos días que quedan hasta Navidad, hagamos concreto este esperar a Jesús en familia:

- Reunámonos más: aunque sea unos minutos al día para rezar juntos, encender la corona de Adviento, leer un pasaje del Evangelio.


- Perdonémonos: si hay rencores acumulados, aprovechemos este tiempo para reconciliarnos, como Dios se reconcilió con la humanidad en Jesús.


- Transmitamos la fe: padres y abuelos, hablad a los hijos y nietos de Jesús, contadles la historia de salvación, como Jacob contó a sus hijos la promesa.


- Acojamos a los que están solos: ampliemos la familia invitando a quien no tiene con quién celebrar.

 

Queridos hermanos: Dios cumplió su promesa en la familia de Jesús. Cumplirá también las suyas en nuestra familia si le abrimos la puerta. Que esta Navidad, Jesús nazca de nuevo en nuestros hogares, trayendo justicia, paz y alegría eterna.

 

Que María, la Madre que esperó con fe, y José, el padre adoptivo fiel, intercedan por nuestras familias. Amén.






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