Testimonio | Mayerly Garcia Esteban
Descubrir la
esperanza en medio de la congoja
Sor Mayerly, de
la comunidad Esclavas Misioneras del Santísimo Sacramento en Samaná, reflexiona
el momento presente desde la experiencia de su comunidad (tres hermanas) al
celebrar el Triduo Pascual
La cuarentena a
causa del Covid19, ha frenado las actividades cotidianas de la vida humana,
mientras la creación continúa, los animales y plantas caminan y crecen con
libertad. ¡Qué incongruencia!
Esta
cuarentena está tocando el corazón pues el virus abre puertas a adentrarnos en
el misterio de la comunidad, de la familia, del núcleo central que sostiene la
fraternidad y como no estamos acostumbrados a experimentar este misterio,
resulta incómodo, inusual, sin sentido, pero cuando los días pasan, empiezan a
salir los verdaderos sentimientos, las intenciones honestas del corazón y éste
ya no aguanta y rompe las barreras construidas; te encuentras, y te dejas
encontrar, no hay otra opción, el otro está ahí, más palpable, se vuelve parte
de tu respiro, empiezas a verlo de manera diferente; eso, sólo lo puede hacer
Jesús, tus entrañas espirituales se conmueven porque no sólo es tu vida, es la
vida del mundo que muere, la desesperanza cunde el pánico en el alma de la
humanidad y la congoja apela a tu corazón y lo único posible es mirar hacia
arriba pidiendo clemencia a quien es más grande, a ese Jesús que en otras
ocasiones he obviado porque las cosas superfluas van envaneciendo y
desvaneciendo la verdadera esencia.
El Jueves Santo,
la superiora de nuestra comunidad Esclavas Misioneras del Santísimo Sacramento
aquí en Samaná, mientras participábamos de la Cena del Señor presidida por el
Papa Francisco, en internet, en la transmisión que hace EWTN, se había omitido
el acto del lavatorio por la pandemia, y ella suspendiendo la celebración,
salió y de nuevo entró con una vasija, toalla, y jarra, nos lavó los pies y
resultamos entre todas haciéndolo también, las unas a las otras, como
servidoras, ¡Qué bello y diciente gesto de nuestra superiora!
El
sábado en la Vigilia Pascual, Sor. Carmenza (aparece en la foto), la superiora, tomó un velón y lo
bendijo con agua bendita y ese fue nuestro cirio pascual, intentamos vivir cada
celebración como si realmente fuéramos partícipes activas en ese lugar.
Personalmente cada vez que escucho la misa a través de los Medios de Comunicación,
la escucho con una fe activa y la siento como si el espacio no existiera y sólo
el misterio hablara, esto lo aprendí a través de una crisis de enfermedad hace
tres años, después de esto, en cuanto pude ir al templo nuevamente era como si
nunca hubiese dejado de asistir.
Como comunidad
hemos intensificado la oración como todas las comunidades religiosas, esto nos
ha sostenido, y por iniciativa de la superiora, realizamos continuamente en el
día la comunión espiritual por toda la humanidad. Para ti que lees este pequeño
escrito, te digo: -tú recibes a Jesús a diario, creas o no, seas consciente o
no, así como mis hermanas, personalmente ofrezco cada comunión de manera
personal para que no te veas desamparado por la ausencia sacramental de Jesús,
en cada celebración eucarística participas y recibes del don divino con el fin
de que las tinieblas no apaguen tu esperanza-.
Quiero regalarte
antes de terminar otro aprendizaje que he ido apreciando y tú ya conoces: desde
que inició esta cuarentena he contado los días uno a uno, no con el fin de
sentirme presa, en una cárcel, encerrada ¡No! lo he hecho para vivir día a día
el presente, el instante, el momento, el hoy; son muchos los proyectos humanos,
estos caen cuando menos lo pensamos, no por esto dejaremos de proyectarnos ¡No!
pero sí día a día, ir aprendiendo a vivir, a construir lo que ya se ha dicho,
ya conocemos, sólo que cuando determinada situación llega a tu corazón,
entonces reaccionas porque toca tu realidad e inicias el camino de la real
comprensión y te solidarizas mejor, Jesús empieza a ser más parte de ti y las
palabras de San Pablo toman vida: -No soy yo quien vive, es Cristo quien vive
en mí- (Gál 2,20).
¡Feliz pascua de Resurrección!
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