miércoles, 9 de diciembre de 2020

Adviento, horizonte de esperanza

Opinión | Amigo del Hogar



Adviento, horizonte de la esperanza

Con el tiempo de Adviento abrimos un nuevo año litúrgico en la vida de la Iglesia y nos preparamos para celebrar la Navidad. Es tiempo de gracia, se abre un horizonte de esperanza para quienes creemos en un futuro mejor. La coherencia de la fe cristiana -personal y eclesial- está marcada por la esperanza activa, vigilante, despierta, para que ni el miedo, ni la distracción, ni el pesimismo marquen el ritmo de nuestra presencia testimonial en el mundo.

Reconocemos, al celebrar adviento que es tiempo de activar nuestros recursos materiales y espirituales, nuestra razón y nuestra fe para situarnos ante la realidad que nos rodea, ante nosotros mismos; un esfuerzo por comprender las causas de lo que nos está pasando, no como simple análisis, sino como la manera comprometida de asumir nuestra realidad humana y cristiana.

Para afrontar la vida necesitamos una gran dosis de esperanza, ella nos pone en tensión positiva desde lo que somos a las conquistas que queremos alcanzar

¿Es posible la esperanza en el momento actual? Digamos que es necesaria, que sin ella es imposible vivir. Alguien ha comparado la esperanza a la vida como la sangre al cuerpo humano: sin ella no puede vivir, sería un cadáver. Para afrontar la vida necesitamos una gran dosis de esperanza, ella nos pone en tensión positiva desde lo que somos a las conquistas que queremos alcanzar, siempre mirando el futuro con esperanza, como una realidad dada como gracia y, al mismo tiempo, realizándose en el esfuerzo común para construir un mundo mejor.

La esperanza, es “el arma de los desarmados”, decía Gabriel Marcel, filósofo cristiano. Es la meta de los que proyectan, calculan y triunfan. Sin ella prima el desencanto, la tristeza, la renuncia, como fuente que se va secando al interior de la persona y de los pueblos. Quien cree en el proyecto de Jesús ha de sentirse sacramento de esperanza. Los cristianos tenemos que pasar de un cristianismo de costumbres a uno de testigos. El Adviento nos puede ayudar para renovar la práctica desde una fe transformadora, que encarne el proyecto cristiano asumiendo nuestra responsabilidad.

Durante cuatro semanas renovaremos muchas certezas en este tiempo de incertidumbres, celebraremos en comunidad la Buena Noticia que ningún distanciamiento social puede silenciar, anunciaremos nuevos estilos de vida orientados por el sentido de la esperanza; de ella aprenderemos lecciones para soportar la tensión del presente y trabajar en los procesos de reconstrucción de nuestra realidad personal y social, a la luz del Dios con nosotros que nos impulsa y nos desafía.

Revista 851 – Diciembre 2020

 

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