domingo, 6 de diciembre de 2020

El invierno familiar

Familia | Sandy Yanilda Fermín



El invierno familiar

Quienes hemos tenido la oportunidad de viajar a lugares donde se siente la estación del invierno, disfrutamos ese momento de asombro al ver caer la nieve por primera vez. Siempre creemos que caerá de manera fuerte; sin embargo, la misma naturaleza, la hace descender de manera suave y armoniosa. Al hablar con un encomiable amigo sacerdote, quien ha sido un abrigo inmenso en mi Fe por más de 30 años, bromeábamos sobre “la nieve en navidad en nuestro país tropical” y a seguidas pasamos a otro tema, de la nieve que puede simbolizar cercanía, amor y calidez pues las familias se sienten mejor en el hogar durante esa época.

El calor de la familia

En la familia existen momentos fríos en la convivencia, pero nos calentamos mutuamente. El tiempo de navidad nos permite ocasiones para compartir, darnos calor, “perder” el tiempo en familia. Esperamos en Dios recibir una nieve suave y apacible, que no entorpezca la vida, en medio de unos bloques de hielos que se han formado en toda la humanidad por la situación del Covid19.

Aunque haya frío, nosotros los padres debemos recordar que somos un abrigo gigante para cada uno de nuestra familia donde ellos puedan encontrar cobija, apoyo y seguridad y lo más importante, ¡amor!

La dureza de la nieve no debe endurecer el corazón, que debe permanecer con dulzura y bondad. Aunque exista precipitación en nuestra familia, siempre debemos recordar que estamos cobijados bajo el paraguas de la compasión y la misericordia de Dios, ahí presente para protegernos.

Cercanía en la fe

¡Existen abrigos que se extrañan!, como son nuestros padres, hijos, hermanos y no menos importantes, nuestros amigos, compañeros de trabajos, hermanos de la iglesia. Según vemos en la biblia, la nieve simboliza la pureza y la blancura del alma. En san Mateo en el capítulo 28, se recalca esa vestidura blanca que todo cristiano debe llevar, una vida coherente, fraterna.

El año 2020 ha sido eso, un año frío aun en el calor del trópico, con altas montañas de hielo que han cubierto la esperanza y nos hace perder la vista hacia un horizonte cálido y hermoso.

Antes de que nazca el niño Dios, protejámonos de ese frío que representa el invierno de nuestras vidas y podamos quedar tan limpios como la nieve, como lo dijo y lo exaltó David en el salmo 51.

Entre nosotros no esperamos la nieve después del calor del verano. Sin embargo, el ambiente fresco a fin de año nos hace sentir cómodos y recibimos imágenes de amistades y familiares en zonas nevadas. 

Muchas situaciones de la vida pueden enfriarnos o paralizarnos, como en una tormenta de nieve. Que el nacimiento del niño Dios en nuestro corazón, se convierta en ese nido cálido y amoroso que estamos anhelando en estos momentos.

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