Casa de Luz | Juan Rafael Pacheco
Los dos lobos y el canasto
de carbón
Esta historia
nos transporta al Medio Oeste americano, a una tribu de indios Cherokee, en la
que el viejo jefe contaba a su nieto la batalla que tiene lugar permanentemente
en el interior del hombre.
“La batalla es
entre dos lobos que todos tenemos adentro.”
Uno es
malvado. Es ira, envidia, celos,
tristeza, pesar, avaricia, arrogancia, rencor, autocompasión, culpa,
resentimiento, inferioridad, mentiras, falso orgullo, superioridad y egoísmo.
El otro es
bueno. Es alegría, paz, amor, esperanza,
comprensión, acogida, serenidad, humildad, bondad, benevolencia, generosidad,
verdad, compasión y fe.”
El nieto
preguntó: “¿Y cuál gana?”
El viejo
Cherokee, con su sabiduría de siglos, respondió: “Gana el que tú alimentes.”
Y como estamos
contando cuentos, nos vamos a las montañas de Kentucky, donde otro anciano
vivía en una granja con su nieto.
Mañana por mañana, bien tempranito, el abuelo,
sentado en la cocina, leía su vieja Biblia, las páginas arrugadas y llenas de
notas.
El nieto quería ser como el abuelo, y lo imitaba,
pero un día le dijo: “He tratado de leer la Biblia. Me doy cuenta que me gusta,
pero no la entiendo, y lo poco que entiendo se me olvida rápidamente. ¿De qué
me sirve leer la Biblia?”
El abuelo dejó de echar carbón en la vieja estufa
y le dijo: “Termina tú de echar ese carbón, luego vete con el canasto al río y
tráemelo lleno de agua.”
Así lo hizo el muchacho, aunque toda el agua se
salió del canasto antes que pudiera llegar a la casa.
“Bueno, mi hijo” –le dijo el abuelo
sonriendo—“vuelve al río, pero esta vez tendrás que moverte más rápidamente
para poder traerme el canasto lleno de agua”.
“Abuelo, es imposible cargar agua en un canasto,”
y fue a buscar un balde.
“No, no, no te he pedido un balde de agua. Lo que quiero es un canasto de agua. Estoy
seguro que podrás lograrlo. Para mí que
no estás haciendo el esfuerzo necesario.”
Ya en este momento, el muchacho sabía que no iba a
poder hacer lo que le pedía el abuelo, pero quería demostrarle que por mucho
que corriera, el agua siempre se iba a salir antes de llegar a la casa.
Y efectivamente así mismo fue. “¡Mira abuelo, es
inútil!” le dijo sin apenas poder respirar.
"¿Por qué piensas que es inútil? Mira bien el
canasto.”
Así lo hizo. Comprendió que el canasto ya no era
el mismo. Había cambiado radicalmente.
En lugar de un viejo canasto carbonero sucio y tintado de negro, el
canasto estaba limpio, casi parecía nuevo.
"Hijo --dijo el abuelo--, esto es lo que
sucede cuando lees la Biblia. Tal vez no entiendas ni recuerdes todo lo que has
leído, pero tan sólo con leerla tu interior cambia.”
Esa es la obra de Dios en nuestras vidas:
cambiarnos desde adentro y lentamente transformarnos en la imagen de Su Hijo.
"Ciertamente,
es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos
filos. Penetra hasta las fronteras entre
el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta tus sentimientos
y pensamientos del corazón." (Hb 4,12).
Dos lobos… Un
canasto de carbón… El mejor alimento la Palabra de Dios.
“¡Cuán dulce
al paladar me es tu promesa, más que miel a mi boca! Por tus ordenanzas, cobro inteligencia, por
eso odio toda senda de mentira. Para mis
pies antorcha es tu palabra, luz para mi sendero.” (Sal 119, 103-105).
Bendiciones y
paz. ADH 848
Mis cuentos aparecen publicados en Catholic.net
Este cuento aparece publicado en la página 147 de
mi libro “¡Descúbrete! Historias y
cuentos para ser feliz”. Disponible en Papelería Villa Olga,
teléfono 809 583 4165, Santiago; Librerías Paulinas, La Sirena y
Librería Cuesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...