Carta Pastoral |
Redacción ADH
Propuestas a la Vida Consagrada
La CED enero de 2015
La
Carta Pastoral de 2015 fue dedicada a la Vida Consagrada, con motivo del 50
aniversario de la Constitución dogmática Lumen gentium (LG), sobre la Iglesia y
la convocatoria del Papa Francisco a un Año de la Vida Consagrada.
Respondiendo
a esa solicitud, La Conferencia del Episcopado Dominicano dedicó la carta a la
reflexión sobre la Vida Consagrada, “la cual con su trabajo tesonero desde los
tiempos de la Colonia hasta los días presentes ha rendido mucho fruto a favor
de la Iglesia y de la Sociedad dominicana en los campos de la educación, la
salud, la promoción humana, y naturalmente, en la vivencia de la fe”.
En
el texto, siguiendo el sentido del Año de la Vida Consagrada, hicieron una mirada
al pasado (mirarlo con gratitud), al presente (mirarlo con
pasión) y al futuro (mirarlo con esperanza). Reproducimos textos de
esas coordenadas.
Mirar
al Pasado con Gratitud
“La
gran mayoría de estos misioneros y misioneras que llegaron a nuestro suelo
quisqueyano eran consagrados y consagradas, que junto con la proclamación de la
Palabra, la enseñanza de la catequesis, la celebración de los sacramentos,
fueron defensores infatigables de los indios, protectores de los valores que
había en sus culturas, promotores de humanidad frente a los abusos de
colonizadores a veces sin escrúpulos. “La denuncia de las injusticias y
atropellos por obra de Montesino, Las Casas, Córdoba, Fray Juan del Valle y
tantos otros, fue como un clamor que propició una legislación inspirada en el
reconocimiento del valor sagrado de la persona” (No. 68).
“Es
digno que mencionemos el aporte brindado por las comunidades de vida consagrada
a la fundación y fortalecimiento de la Iglesia en esta Isla durante la época
colonial a través de los 2 Obispos y 21 Arzobispos quienes la dirigieron. La
Orden de Frailes Menores dieron el primer Obispo de Santo Domingo, Fray García
de Padilla (1511-1515), así como otros dos más; cinco de la Orden de los
Predicadores (dominicos); cuatro de la Orden de San Agustín; de la Orden de San
Jerónimo y de la Orden de la Merced cada una con dos; con sólo uno, las
siguientes Órdenes: Cistercienses, Frailes Menores Capuchinos, de San Benito,
de San Basilio, los Mínimos, Premonstratense, los Trinitarios de la Sociedad de
Don Bosco (salesiano)” (No. 81).
“Son
innumerables los hombres y mujeres de vida consagrada que han sabido dejar la
vida en nuestros campos, barrios y ciudades por causa del Evangelio. Hemos
tomado sólo una muestra muy reducida a sabiendas que ha de ser mayor nuestra
gratitud para todos aquellos, que siendo los más, no hemos podido mencionarlos
debido a nuestras limitaciones. Para todos, los de ayer y los de hoy, vayan nuestras
oraciones y bendiciones” (No. 102).
Mirar
el Presente con Pasión
“Nos
complace constatar que de los 2,200 consagrados y consagradas 1,376, lo
equivalente al 66%, son nacidos en nuestra tierra. Las religiosas alcanzan la
suma de 1,078 nativas (67% de todas las femeninas). De los religiosos 298 (64%)
son nacidos aquí. De las religiosas contemplativas, 119 equivalente al 74% son
dominicanas. Esto indica que la vida consagrada se ha inculturado entre
nosotros, fruto del testimonio de una consagración vivida con alegría,
entusiasmo y dedicación” (No. 110).
“Dejen
que se desborde y se haga operativa la fantasía de la caridad en las diversas
realidades de la vida de la gente y se apodere de ellos y de ellas la pasión
por nuestro pueblo, sean cercanos a él hasta compartir sus penas y alegrías,
así como para comprender verdaderamente sus necesidades y poder ofrecer su
contribución para responder a ella” (No. 113).
Mirar
el Futuro con Esperanza
“Muestren
a todo el pueblo la alegría de su consagración para que se cumpla en ustedes
esta hermosa frase del Papa Francisco: «Donde hay religiosos hay alegría».
Demuestren que Dios es capaz de colmar sus corazones y hacerles felices.
Abrazando la cruz reconocemos a Aquel a quien seguimos y nos identificamos con
Él cuando llegan “las dificultades, las noches del espíritu, la decepción, la
enfermedad, la pérdida de fuerzas debido a la vejez. Precisamente en esto
deberíamos encontrar la «perfecta alegría», aprender a reconocer el rostro de
Cristo, que se hizo en todo semejante a nosotros, y sentir por tanto la alegría
de sabernos semejantes a él, que no ha rehusado someterse a la cruz por amor
nuestro” (No. 121).
“Nos
permitimos señalar algunas urgencias que necesitan una respuesta eclesial entre
nosotros:
-La
inserción en el lenguaje digital y una mayor presencia en los demás medios de
comunicación social del mundo de hoy a través del uso inteligente y adecuado de
los medios electrónicos y de las redes sociales para anunciar el Evangelio
especialmente a la nueva generación.
-El
reconocimiento de la dignidad de la mujer, de su aportación específica a la
vida, a la sociedad y a la acción pastoral y misionera de la Iglesia desde el
Evangelio y con una visión global sin dejarse conquistar por concepciones
unilaterales.
-Presencia
calificada en el mundo de la educación que ayude a sus interlocutores a crecer
en humanidad, a encontrarse con Jesucristo, Camino, Verdad y Vida y que
contribuya “a unir en una síntesis armónica lo divino y lo humano, Evangelio y
cultura, fe y vida”.
-Presencia
en el campo de la salud tan propio de muchos Institutos de Vida Consagrada, en
estos momentos que se promueven esquemas y prácticas de salud que buscan
afectar la vida de las personas, especialmente, de las mujeres y su vida
reproductiva así como la de los niños en el vientre materno.
-Por
último, un campo de vital importancia y que nos urge a todos es la realidad de
la pastoral familiar. Estamos asistiendo a un mundo y una sociedad enferma,
donde la más perjudicada está siendo la estructura familiar con el detrimento
de sus más sanos valores, causa a su vez del deterioro de la misma sociedad.
Urge pues, una mirada y una atención especial a la pastoral de la familia desde
todas las posibilidades y ámbitos de nuestra Iglesia” (No. 133).
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