Matrimonio
y Familia | Noelito de León Mercedes MSC
La
ceremonia del matrimonio en el Antiguo Testamento
La
realidad terrena y civil siguen siendo, para Israel, la obra de las manos de
Dios. Como es común en todos los pueblos y en las diferentes religiones la
manera de celebrar el matrimonio está ligada a lo cultural. Esto significa,
para los semitas, que Dios concede su bendición y asiste al hombre en esta
actividad humana. Según esta perspectiva se puede decir, que en Israel la
celebración del matrimonio no depende del ritual y no constituye ninguna acción
sagrada, no se realiza ni en la sinagoga ni en el templo.
Para
Israel, el matrimonio es una transacción, un convenio entre las familias: ambos padres en
común acuerdo con sus esposas, toman la decisión. En concreto esta unión es un
asunto de los padres y no de los prometidos. En la vida familiar israelita, la
voluntad del hijo se moldeaba según la de su padre, hacer la voluntad de su
padre es una expresión propia del hogar. El evangelio de Juan adapta esta
expresión en relación a Cristo con respecto a su Padre.
El tiempo de la fiesta era aproximadamente de una semana. La boda era para los israelitas una fiesta familiar vivida dentro de la fe en Yavé
En
Oriente se casaban muy jóvenes, los rabinos fijaban la edad mínima de 12 años
para la niña y 13 años para el niño, que era la mayoría de edad. Todo esto
refiere a que los padres tuvieran en cuenta los deseos de sus hijos. La
realidad es que se trataba de un contrato negociado por los padres.
El
novio debía pagar un dote o regalo al padre de la prometida, este gesto marca
la conclusión de los esponsales. Después del exilio el matrimonio se confirmaba
por escrito. El culmen de la festividad lo constituía el cortejo solemne que
conducía a la novia a casa del novio; en el momento que la novia salía de su
casa, sus padres, parientes y vecinos, le otorgaban la bendición tradicional.
El tiempo de la fiesta era aproximadamente de una semana. La boda era para los
israelitas una fiesta familiar vivida dentro de la fe en Yavé.
En
conclusión, Dios hace una alianza con su pueblo. Según la línea de la Escritura, el matrimonio
es una estructura humana, donde se manifiesta la realidad divina en la tierra.
No se puede separar la fe en Dios creador y la vida conyugal. En definitiva, el
matrimonio debe vivirse a la luz del acto creador de Dios. La fe en la creación
tiene un contenido enriquecedor en la concepción del pueblo de Israel, la
alianza de Dios con su pueblo es el reflejo de su amor a la humanidad (cfr.
Schillebeeckx E, El matrimonio pg. 109-112).
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