Valores |
P. Juan Tomás García, MSC
La Paz, valor del mes
La paz les dejo mi paz les doy (Jn 14, 27)
¿Por qué
le habla Jesús de paz a sus discípulos? Jesús les desea la paz en un contexto de despedida. Los discípulos han
de asumir su rol en la historia, sin su presencia y para ello necesitarán concentrarse
en su Maestro y recordar su enseñanza. La paz posibilita discernir
adecuadamente y tomar las decesiones correctas en la realización de la misión
encomendada. En el evangelio de Juan podemos leer un conjunto de discursos en
los que Jesús se va despidiendo de sus discípulos. Los comentaristas lo llaman "El
Discurso de despedida". En él se respira una atmósfera muy especial: los
discípulos tienen miedo a quedarse sin su Maestro; Jesús, por su parte, les
insiste en que, a pesar de su partida, nunca sentirán su ausencia. No tengan
miedo, sepan que yo estaré con ustedes, todos los días, hasta el fin del mundo
(Mt 28, 20).
La realidad vivida por
Jesús: acusaciones, proceso, condena y crucifixión asusta a cualquiera. Es el
turno de sus seguidores, Jesús mismo les había anunciado que les perseguirían y
matarían. Ahora, resucitado pueden experimentarlo vivo en otra dimensión.
Nosotros, más de dos mil años después, experimentamos grandes inquietudes y no
sin motivos, que nos quitan la paz. Los conflictos no paran, las guerras se
multiplican, las razones no son escuchadas con tal de armar tropas y ponerlas a
matar la vida y la armonía necesaria para la paz. La pandemia del Covid 19 ha
venido a empeorar las cosas y hoy nos encontramos en una guerra de vacunas y
una situación penosa con la distribución de éstas, evidenciándolo el
acaparamiento de los países autollamados primermundistas y la carencia para los
pequeños estados no productores del fármaco.
Comunidades cristianas y
la Paz
En República Dominicana
nos preocupa mucho la situación económica de los más empobrecidos, pues cada día
puede acceder a menos productos de la canasta básica y le cesta mucho más
adquirir sus medicamentos para resguardar la salud. Ahora se añade la agenda de
la ideología de género que se ha instalado en nuestro país y pretende empujar
con fuerza y a base de mucha inversión, la aprobación de la despenalización del
aborto, comenzando por lo de las tres causales. Tenemos una inseguridad
creciente, aunque algunos quieran negarlo, muchas personas mueren a manos de
delincuentes que andan por ahí, burlando atacando a inocentes y burlándose de
las normas y de la convivencia en nuestros pueblos. Otra fuente de inquietud y
desesperación es el encarecimiento de los productos de primera necesidad y lo
necesario para la construcción de infraestructuras.
El Espíritu Santo y la
paz
Jesús desea que sus
seguidores capten bien lo que significará para ellos el Espíritu de la verdad y
Defensor de su comunidad: «La paz les dejo; mi paz les doy”. No sólo les desea
la paz. Les regala su paz. Si viven guiados por el Espíritu, recordando y
guardando sus palabras, conocerán la paz. Hasta cinco veces les repite que podrán
contar con «el Espíritu Santo». Él los defenderá, pues los mantendrá fieles a su
mensaje y a su proyecto. Por eso lo llama «Espíritu de la verdad». En un
momento determinado, Jesús les explica mejor cuál será su quehacer: El
Defensor, el Espíritu Santo... será quien les enseñe todo y les vaya recordando
“todo lo que les he dicho”. Este Espíritu será la memoria viva de Jesús. Con la paz de su Maestro afrontarán los
tormentos de la realidad.
La paz cristiana
No es una paz cualquiera.
Es su paz. Por eso nos dice: «No se la doy yo como la da el mundo». La paz de Jesús
no se construye con estrategias inspiradas en la mentira o en la injusticia,
sino actuando con el Espíritu de la verdad. Hemos de reafirmarnos en él: «Que
no tiemble su corazón ni se acobarde». En estos tiempos difíciles de
desprestigio y turbación que estamos sufriendo en la Iglesia, sería un grave
error pretender ahora defender nuestra credibilidad y autoridad moral actuando
sin el Espíritu de la verdad prometido por Jesús. El miedo seguirá penetrando
en el cristianismo si buscamos asentar nuestra seguridad y nuestra paz
alejándonos del camino trazado por él.
La paz de la que nos
habla Jesús es una condición especial, dinámica, envolvente y confiada. No es
una ausencia de conflictos y tensiones. Tampoco una sensación de bienestar o
una búsqueda de tranquilidad interior. Según el evangelio de Juan, es el gran
regalo de Jesús, la herencia que ha querido dejar para siempre en sus seguidores.
Los discípulos de ayer y de hoy, hemos de recordar lo que Jesús había pedido a
sus discípulos al enviarlos a construir el reino de Dios: «En la casa en que
entren, digan primero: paz a esta casa». Para humanizar la vida, lo primero es sembrar
paz, no violencia; promover respeto, diálogo y escucha mutua, no imposición,
enfrentamiento y dogmatismo.
Trabajar por la paz
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...