Editorial | Amigo del Hogar
Remar en la misma barca
Dos imágenes ilustrativas de la realidad
actual circulan buscando acogida en las mentes y los corazones de quienes no
solamente buscan sentido a su existencia amenazada, sino también ofrecer
esperanza y ánimos para seguir adelante, con gestos creativos y promisorios. Nos
referimos a la metáfora de la barca con la cual se identifica la Iglesia -siguiendo
el relato evangélico-, que en un mar a veces agitado e intimidante navega, y
anuncia la Buena Noticia confiada que no va sola y se mantendrá a flote, según la
promesa del Señor.
La desigualdad golpea más fuerte a los más débiles y seguimos afirmando que todos somos iguales, pero hay quienes son “más iguales” que los demás
Apelando al sentido de responsabilidad y
destino común ante la crisis, una de las imágenes hace una afirmación
fundamental: Todos estamos en la misma barca. Por lo tanto, es decisiva
la solidaridad y la colaboración para no hundirnos, se impone “remar juntos”.
No vale la indiferencia o el individualismo, tan arraigado en nuestro tiempo.
La otra imagen invierte los polos y cuestiona la anterior: Estamos en el mismo
mar, pero no todos en la misma barca. La cruda constatación: unos son más
vulnerables que otros; la desigualdad golpea más fuerte a los más débiles y
seguimos afirmando que todos somos iguales, pero hay quienes son “más iguales”
que los demás.
En ambas imágenes hay una provocación
saludable, un llamado a tomar conciencia de lo que somos como sociedad humana,
que aprendamos las lecciones para asumir nuestro compromiso al servicio de la
vida, como una sanación de tantas heridas que rompen la comunión y la
fraternidad. Al principio de la pandemia, con efusivo optimismo, teníamos la
certeza que de esta crisis saldríamos mejores, más compasivos, más humanos.
Aunque la valoración de nuestras respuestas a los hechos sea positivo o negativo,
lo importante es aceptar que las enseñanzas de este momento histórico nos han
de ayudar para reorientar los proyectos sociales y globales, para construir un
futuro mejor.
El ideal sería remar juntos, sintiéndonos
en la misma barca. Afrontar los problemas y contradicciones hombro con hombro,
con la conciencia de que lo damos todo por el bien de todos, de no gastarnos la
vida para que un reducido grupo nos controle y someta. Fomentar la fraternidad
y el bien común con clara conciencia y enderezar el rumbo para alejarnos del
callejón sin salida al que nos conduce una mentalidad depredadora del ser
humano y de la naturaleza. Cada tiempo difícil desnuda la realidad, pone en
entredicho lo que hemos alcanzado y cuánto nos falta para ser hermanos, no
rivales y generar auténticos cambios que enderecen la historia por otros
senderos. ADH 854.
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