Seguridad Social | Jefrey Lizardo (Jefreylizardo@yahoo.com)
Hacia un sistema de pensiones más equitativo en la República Dominicana
Uno de los grandes desafíos de
nuestros países hoy día es asegurar un piso básico de protección social a los
adultos mayores o personas en edad, de manera tal que puedan disfrutar de una
calidad de vida digna sin ser pobres. Proteger a nuestros mayores es un
imperativo moral en una sociedad con menos soportes familiares y más demandas
por servicios de salud, sociales, entre otros. Los sistemas de pensiones
constituyen el centro de la protección social de las personas de edad. En la
declaración universal de derechos humanos del año 1948 ya se establecía la
garantía del derecho a un seguro de vejez y nuestra Constitución del 2010
establece el derecho de protección de las personas de la tercera edad.
Hoy día fruto del envejecimiento de
la población y el aumento de la esperanza de vida, la proporción de adultos
mayores es cada vez mayor. Hasta en países con una población joven como la
República Dominicana, el segmento de la población de 60 años y más va en
aumento. La esperanza de vida de nuestro país se estima en alrededor de 74
años, un año menos que la regional y 9 años menos que la de España. República Dominicana ha sumado 4 años en su
esperanza de vida desde el año 2000. En nuestro país se estima que un poco más
del 10% de la población tiene 60 años, esto es alrededor de 1 millón de
personas, y más, proporción que se duplicará para el año 2050.
En el año 2001, República Dominicana
transformó su sistema de pensiones a través de la ley 87-01 que creó el Sistema
Dominicano de Seguridad Social. Prácticamente cerró el sistema de pensiones anterior,
y creó un nuevo sistema en la que las pensiones de las personas se basan en el
ahorro individual que se va acumulando a lo largo de la vida laboral más el
rendimiento. Para eso se crearon las Administradoras de Fondos de Pensiones
(AFP), empresas de carácter social que reciben las cotizaciones obligatorias
(el % del salario destinado para pensiones) con el objetivo de gestionar los
fondos de los trabajadores. En el caso dominicano las cotizaciones corresponden
al 9.97% del salario, el cual el 30% es asumido por el trabajador (2.87%) y el
restante 70% por el empleador (7.10%).
De este porcentaje, solo el 8% va a la cuenta personal de cada
trabajador. Este nuevo modelo de pensiones se sustenta en los siguientes
supuestos básicos: a) que las personas ocupadas en el país estén en posición de
cotizar a las pensiones; b) el porcentaje del salario que se destina a las
cotizaciones; c) el nivel de salario; d) la cantidad de cotizaciones, con un
mínimo establecido en la ley 87-01 de 30 años o 360 meses de cotizaciones; e)
la rentabilidad real de los fondos de pensiones sea positiva.
A quince años del inicio de las
cotizaciones al seguro de vejez, discapacidad y sobrevivencia (SVDS), los
resultados pronostican que las tasas de reemplazo (las pensiones como
equivalente del último salario del afiliado) serán muy bajas. Las proyecciones
realizadas por la Superintendencia de Pensiones sitúan la tasa de reemplazo en
un 33%. Un estudio publicado por la OCDE, BID y Banco Mundial en el año 2015 la
estimaron en 22%, la más baja de toda la región. Es difícil imaginar un trabajador que por
ejemplo haya cotizado con un salario de 30 mil pesos y se pensione con el
equivalente de 9,900 pesos (el 33% de su salario como trabajador), lo que
provocaría un cambio importante en su calidad de vida. Por otro lado, la cobertura del actual
sistema de pensiones es muy baja, pues no incorpora a los trabajadores del
sector informal. Se estima que la cobertura actual del sistema de pensiones en
relación con la población ocupada es de tan solo alrededor un 40%. El 60% de la
población ocupada está prácticamente desprotegida en términos del nuevo sistema
de pensiones del país, a expensas de la capacidad del Gobierno para entregar
las pensiones solidarias establecidas en RD$3,070 pesos mensuales.
El sistema de pensiones dominicano
es todavía joven, con 15 años desde que los primeros cotizantes se
afiliaron. Falta al menos 15 años
adicionales para empezar a tener la primera ola de pensionados. Pero no hay que esperar para conocer que los
resultados provocarán un problema de sostenibilidad social del sistema de
pensiones. En Chile el movimiento NoAFP movilizó la población descontenta con
su sistema de pensiones. Mientras, tenemos un sistema de pensiones que hoy
tiene acumulado una cifra cercana al 16% del PIB (559 mil millones) en ahorro
de los afiliados cotizantes, que ha generado rentabilidad excesiva de las AFP,
las compañías de seguro y el sector financiero.
Uno de los temas que ha llamado la
atención es la excesiva rentabilidad de las Administradoras de Fondos de
Pensiones (AFP) las cuales en el contexto dominicano no recaudan y colocan los
ahorros de los trabajadores en muy pocos instrumentos. El trabajo lo tienen muy
fácil y solo tienen pocas oficinas en el país. En el año 2017 las ganancias de
las AFP fueron de 4,639.7 millones de pesos, equivalente al 34.6% de su
patrimonio total de ese año y al 239% de su capital pagado.
Por otro lado, es importante destacar
que, a febrero 2018, el seguro de vejez, discapacidad y sobrevivencia ha
entregado 6,354 pensiones por discapacidad, un 59% de las pensiones
solicitadas. También se han entregado 7,495 pensiones por sobrevivencia
correspondiente al 42% de las solicitadas, lo que llama la atención el bajo
porcentaje reconocido. De la misma
manera, se han devuelto los fondos a 105,663 afiliados de ingreso tardío.
Indudablemente que esto no es una pensión y una vez se agotan los fondos, los
afiliados no están protegidos por ninguna pensión.
Desde que se promulgó la ley 87-01 que
creó el nuevo sistema de pensiones, otras entidades públicas han creado su
sistema de pensiones, lo que evidencia la ausencia de garantías de que, bajo el
nuevo sistema de pensiones, los dominicanos y dominicanas tendrán una pensión
cercana a su último salario. Ejemplos los hay muchos, como el sistema de
pensiones de los congresistas, docentes públicos, la Suprema Corte de Justicia,
Junta Central Electoral, entre otros.
Dado el panorama anterior, la
pregunta obligada es ¿qué hacer? No hay dudas de que hay que reformar la
reforma para producir mejores resultados, hacerla más equitativa y que llegue a
toda la población. Los aspectos que funcionan deben mantenerse, como el sistema
de recaudo, los aportes obligatorios de los trabajadores y las mismas cuentas
individuales, pero bajo otro esquema. Reconocer lo que funciona en el modelo
actual es sano y permite avanzar hacia una reforma a la medida del país y no
copias de otros países. Pero
evidentemente, el sistema actual no llega ni a la mitad de los trabajadores
dominicanos.
Se debería ir pensando en un sistema
mixto que introduzca una pensión mínima financiada con impuestos y que
gradualmente vaya llegando a la población de 65 años y más. Por ejemplo, en la actualidad, el 13.9% de la
población de 60 años y más tenía una pensión según los datos de la Encuesta de
Fuerza de Trabajo del Banco Central del año 2016. Porcentaje que tan solo llega
a 9.9% en las mujeres o 6.7% en la población pobre. La situación es todavía más
crítica porque de los que tienen pensiones, el 16% no tiene seguro de salud. El
24% de la población de 65 años de edad y más no tenían seguro de salud en ese
año. Adicionalmente, se deben incluir reformas paramétricas dirigido al pilar
no solidario de pensiones, como el aumento gradual de la edad de retiro
conforme aumenta la esperanza de vida, el aumento del % de cotización de 8% a
más de 12% ya sea a cargo del trabajador, empleador o ambos. Deben introducirse
incentivos para el ahorro voluntario y disminuir drásticamente la rentabilidad
de las AFP.
Tenemos como país que avanzar hacia
un sistema más inclusivo, más equitativo, que privilegie a la población, en
particular, la más vulnerable. El
sistema de pensiones debe estar hecho para los beneficiarios, no para los
intermediarios. ADH 829
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...