Matrimonio
y Familia | Amigo del Hogar
Nos compromete el amor
Parece que se ha puesto de moda en nuestra cultura
el no tomar compromisos a largo plazo, en hacer espectáculos de las uniones y
separaciones de los famosos; en proponer relaciones hasta que ambos se sientan
bien y tener la tranquilidad de romper la unión con arreglos legales o de
palabra que afectan no solo a ellos, sino también a la estabilidad de la
familia como institución social. No todas las rupturas tienen estas cualidades,
pero no dejan de ser frecuentes.
En cuanto a los hijos son los que sufren muchas
veces todo ese amargo proceso de incomprensión, de lejanía, y hasta son
colocados como rivales al lado del esposo o la esposa, en contradicción con uno
de sus progenitores, como si ellos fueran parte de la separación o divorcio que
ellos pretenden. Ya se ha dicho mucho a los padres que los hijos no se
divorcian, que los hijos los aman a ambos y que no deben entrar a tomar parte a
favor de uno o de otro, sino que siguen siempre unidos a los dos, aunque tengan
problemas entre sí.
La misma celebración nos indica el sentido de esta
promesa. Son tres pasos que definen muy bien cuál es el significado y el
alcance de ese paso que está dando la pareja que contrae matrimonio
sacramental. Son los siguientes:
Monición y escrutinio (declaración de la
intención de los novios): Donde el sacerdote pide a los novios que declaren sus
intenciones con respecto a si comparecen por voluntad propia y en plena libertad
de elección, si serán fieles el uno al otro, y si aceptarán tener hijos y
educarlos de acuerdo a los cánones de la iglesia católica. La respuesta a este
escrutinio se da por supuesto que será positiva, pero se les pregunta en
comunidad, delante de la asamblea reunida, para manifestar la adultez, la
responsabilidad, la libertad de quienes van a contraer matrimonio.
Consentimiento y confirmación del consentimiento (intercambio de
votos): Donde el sacerdote invita a la pareja a declarar su consentimiento a
este matrimonio. La pareja da su consentimiento declarando sus votos
matrimoniales. Aquí nos fijamos que el celebrante les pregunta, porque son
ellos los que se están recibiendo como esposos. O ellos mismos se dicen uno al
otro: Yo te quiero a ti, N, y prometo…
Bendición y entrega de los anillos: Donde el
sacerdote bendice los anillos matrimoniales. El anillo o alianza es también un
signo que dice mucho lo que está ocurriendo en toda la realidad de la pareja.
El anillo es un círculo sin principio ni fin. El amor tiene esa misma dimensión
de totalidad, de fidelidad para siempre, no es un amor para ratos. El novio
coloca el anillo de la novia en el dedo anular de ella, la novia coloca el
anillo del novio en el dedo anular de él de esta manera haciendo patente su
unión ante la congregación.
Lo mismo podríamos agregar la entrega de las arras
o monedas, ambos la reciben como prenda de la bendición de Dios y signo de los
bienes que van a compartir. Bienes materiales y espirituales que da el amor, y
Dios es amor; bienes que se intercambian, como signo también de la fecundidad y
la autodonación. Ambos entran en la misma realidad como signos del amor de Dios
Padre en su Hijo Jesucristo, que los ha llamado a vivir en el amor y
manifestarlo como signo de alianza y fidelidad ante el mundo.
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