Actualidad
| Melania Emeterio Rondón
A ustedes, maestras y maestros
El calendario dominicano contiene varias fechas
declaradas no laborables para que de este modo se sienta con mayor fuerza la
significación que poseen. El 30 de junio aunque es día laborable, tiene el peso
de la grandiosidad y el mérito que corresponde al Día del maestro y de la
maestra. Esta fecha la considero honorable en su significado más entrañable,
pues alude a un colectivo de mujeres y de hombres que a nivel nacional asumen
la digna tarea de enseñar y / o acompañar el proceso de aprendizaje de la población
estudiantil pública y privada. Este ejército no hace un acto grandioso en
particular, sino que grandioso es su quehacer todo el año, sin hacer alarde ni
exposición pública de nada.
Por segunda vez, y en forma consecutiva, el Día
del Maestro y de la Maestra ha sido permeado por un escenario nacional e
internacional marcado por el virus Covid 19, tan mortífero como expansivo.
Fruto de este virus han fallecido muchos docentes. El quehacer educativo ha
recibido un fuerte revés al ser interrumpida la presencialidad, soporte del
ejercicio interactivo, donde maestras / os establecen nexos de compenetración y
seguimiento no solo a los contenidos curriculares, sino en ese empeño humano /
sensible para que nadie, en el aula, se quede atrás. Ahora la docencia ha tenido
que montarse en el carruaje de lo virtual o la semipresencialidad como
respuesta a lo que manda la hora.
Porque se viven tiempos difíciles es que percibo
la importancia de que en tiempos así, maestras y maestros, valorizando su
quehacer, tomen la sabia decisión de ir al depósito luminoso legado por
nuestros antepasados, y recibir de allí la luz y la sabiduría para visualizar
buenas nuevas en perspectiva. Otro recurso motivacional es recordar hechos
importantes en el desempeño. El Día del Maestro y de la Maestra del pasado año,
con la intención de elevar la autoestima del sector magisterial, hicimos un
recuento de logros adquiridos por el magisterio bajo las directrices de su
organización sindical (A D P) que contribuyó, en gran manera, a que al docente
se le respetara y valorara un poco más. Recuérdese que esa lucha, y sus
resultados, fueron ejemplos que quisieron seguir otros gremios.
Hoy, siguiendo la misma línea de fortalecer la
autoestima del y la docente, en este tiempo de pandemia generadora de depresión,
pereza mental, distanciamiento social, y enfermedad, hay que colocarse por
encima de las circunstancias utilizando los recursos adecuados. Les invito a
buscar las historias de grandes personajes de la educación dominicana que nos
han dejado una extraordinaria herencia no solo con su labor educativa dentro de
las aulas sino, asumiendo iniciativas y posturas que vigorizaron su ejercicio
de ciudadanía.
Salomé Ureña, por ejemplo, no solo elevó la
educación de la mujer, sino que fue la gran poeta que plasmó en sus versos un
sentido de identidad nacional, dolor por la patria, amor a la naturaleza, al
progreso, y una línea de pensamiento que no morirá jamás: la fe en el porvenir.
Ella también regaló a la República Dominicana y al mundo hispanohablante uno de
los más extraordinarios hombres de las letras y las humanidades: el universal
Pedro Henríquez Ureña.
Posterior a Salomé Ureña, y tocada por su luz y
sentido del progreso, el país parió a la maestra Petronila Angélica Gómez, una
feminista que organizó a las mujeres de su provincia, San Pedro de Macorís, en
procura de sus derechos civiles y sociales. Fue de ella la expresión de que “La
mujer es, por su sensible condición espiritual, la más llamada a señalar a la
generación que se levanta en medio de esta desoladora condición política social
que atraviesa nuestra patria, el derrotero salvador”. Petronila fue la creadora
de la revista “Fémina”, y Junto a otras mujeres/ maestras, organizó actividades
de repudio a la Primera Intervención Norteamericana a nuestro país.
Siempre que aflore el 30 de junio debe estar
presente la invitación a beber de la fuente de una maestra como Emilia Abigail
Mejía, pionera del feminismo dominicano, creadora de la organización El “Club
Nosotras”. Abigail se desarrolló en el campo de las letras, y escribió novelas,
cuentos, ensayos, crítica literaria, y un ideario feminista. Se destaca su
actitud de polemizar contra todos aquellos que hacían críticas negativas contra
el feminismo, los derechos de la mujer, y muy especialmente contra las
promotoras de esos derechos. Otras maestras de grandes méritos, y a cuyas
fuentes debemos acudir para poblar de grandeza el imaginario, son Ozema
Pellerano, Consuelo Nivar, Socorro Sánchez, Leonor Feltz, Ercilia Pepín, y
otras.
Finalmente, maestra, maestro, celebrando la
llegada de su día, pongo punto final a esta entrega que a ustedes dedico,
haciendo mención de otra mujer que al ser contactada por ustedes, seguramente
sentirán la fuerza de esa herencia, y la invitación a serle fiel. Se trata de
Carmen Natalia Martinez Bonilla, mujer valiente y aguerrida. Ha sido
considerada como una líder del exilio dominicano en Puerto Rico contra el
gobierno tirano de Rafael Trujillo. Su anhelo de libertad le condujo a vivir,
sin echar para atrás en permanente riesgo. Además de su ferviente patriotismo,
esta honorable desarrolló una destacada labor literaria que se plasmó en la
escritura de tres poemarios, dos novelas, himnos, cuentos infantiles, y obras
para el teatro.
Maestras y maestros, a ustedes que han sabido dar,
dedicarles quiero solo dos estrofas del poema de Carmen Natalia cuyo título es
“La Mano Que Da”.
Tiéndese
la mano con ternura inmensa/ palpitante y llena de dulce bondad,
tiéndese
y ofrece su caricia blanda/ Es mano que da.
Señor,
yo te pido que a mis pobres manos/ huérfanas de olores y de suavidad,
les
des la bendita gracia con que ungiste/ la mano callada del que sabe Dar…!
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