martes, 20 de julio de 2021

Filosofía, arte y cristianismo

 

Cultura y Vida | Lic. Pedro B.  Grullón T.



León Bloy


Filosofía, arte y cristianismo

 

En esta sencilla reflexión, hemos tomado en consideración algunos aportes del destacado intelectual y sindicalista dominicano José Gómez Cerda y algunas ideas del brillante pensador francés Jacques Maritain, discípulo de León Bloy. Este ayudó en la conversión al catolicismo de Maritain y su esposa Raissa; especialmente contribuyó la novela de Bloy “Mujer Pobre”.

 

Jacques Maritain escribió “Arte y Escolástica” donde reúnen los elementos de la doctrina tomista del arte. Proyecta las bellas artes a la luz del pensamiento de Santo Tomás de Aquino (tomismo). Este, a su vez, sigue la doctrina de Aristóteles y distingue la filosofía como experiencia y razonamiento, y la teología como revelación (Fe–Sagrada Escritura) a través de la tradición y el magisterio eclesiástico.

 

La escolática o enseñanza filosófica medieval en la que predominan los preceptos de Aristóteles, establece que la inteligencia tiene funciones especulativas y prácticas, como es el arte. Este crea cosas capaces de emocionar el alma humana como una continuación de la creación de Dios. De ahí que se diga que el sabio es un intelectual que demuestra y el artista es un intelectual que obra.

 

Las condiciones de la belleza según Santo Tomás de Aquino son: integridad, perfección, proporción y claridad.

 

El objetivo del arte y los artistas es brindar el gozo al espíritu humano, el deleite espiritual.

 

Santo Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, dice: “Nadie puede vivir sin deleites. Por eso, quien se ve privado de los deleites espirituales, busca los carnales.”

 

Maritain aconseja que el artista debe dominar algo fundamental que es la fe, una dimensión más amplia que el simple conocimiento de lo material… la vida.

 

El encuentro del arte con Dios, espiritual, desde donde se puede abarcar el universo y encontrar las emociones necesarias para la inspiración espiritual, la creación de una obra.

 

Se considera a Jacques Maritain como un modelo para los jóvenes artistas que desean obrar con un sentido cristiano. Se advierte que existen muchas provocaciones y atractivos comerciales y de dinero, tentaciones sutiles y fáciles que invitan al cesamiento del hábito intelectual, llegando a disminuir y corromper al artista. Esto puede evitarse con la moralidad cristiana.

 

Estas ideas invitan a filosofar, hacer arte y actuar en sentido general con las directrices cristianas que dan pábulo y sostén para el desempeño de una recia moral incorruptible como el ciprés. Es el sello de garantía para producir con seguridad dejando un legado valioso a la humanidad. ADH 678.



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