Cultura y Vida | José María Rodríguez Olaizola, sj
Quitarse
la medalla
¿Te imaginas
que en el podio de las olimpiadas un atleta, una gimnasta, un nadador o el
equipo de fútbol femenino –por poner algunos ejemplos– que hubiese quedado en
segundo o tercer lugar se quitase la medalla o se bajase del podio mientras
suena el himno y mientras se pone la medalla de oro al vencedor de la
competición? Porque algo parecido es este gesto que bastantes jugadores de la
selección inglesa han hecho, quitándose la medalla de subcampeones de Europa al
instante de recibirla. Es verdad que hay muchas explicaciones y motivos (que no
justificaciones). A nadie le gusta perder. Perder en casa escuece más. A
penaltis, más. Cuando has ido por delante en el marcador, más aún. Seguramente
por la cabeza de los jugadores pasaban muchas cosas en ese momento. Y algunas
de ellas no tienen por qué implicar un desplante (al menos consciente) hacia el
vencedor. Te la quitas porque no sientes que merezcas recompensa, porque te
sientes frustrado, porque solo es un recordatorio de lo cerca que estuviste del
triunfo, porque, como decía Luis Aragonés, del subcampeón no se acuerda
nadie...
Pero, haya
los motivos que haya, al final el gesto termina siendo un desplante. Si pierdes
una final, lo deportivo es aplaudir a tu público y al rival, agradecer el apoyo
de la afición –aunque sea una afición tan macarra y hooligan como la
inglesa–, tomar nota de lo que ha podido fallar, y seguir adelante. No solo es
deportivo, también es una prueba de resistencia, de fortaleza en la adversidad,
y de educación. No quiere decir que por dentro no estés desconsolado o rabioso.
Pero saber estar en las horas malas es una prueba de solidez humana cada vez
más necesaria.
En la vida
no te puedes bajar de las derrotas. No te puedes atrincherar en una extraña
bipolaridad donde te la juegas entre todo o nada, gloria o infierno, y donde si
no ganas entonces eliges no saber perder.
En la
victoria y en la derrota se conoce cómo son las personas, y los equipos, y las
aficiones. Si a esto ha quedado reducida la famosa flema británica, entonces ya
es una reliquia, más propia de Downton Abbey que de Wembley.
Publicado por Pastoralsj.org:
https://pastoralsj.org/vivir/3182-quitarse-la-medalla
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