Cultura y Vida | Alessandro
Gisotti
Ser padre de hijos no amados
La película "Dear Child" sobre los
"Meninos da rua" (niños de la calle) y la labor del misionero
italiano Renato Chiera en Brasil gana el premio a la mejor película Unicef
2021.
"Estamos ante un momento muy difícil en
Brasil. Hay una crisis de valores esenciales. Estamos perdiendo la capacidad de
amar", son las palabras del padre Renato Chiera, un sacerdote piamontés
que lleva cuarenta años trabajando con los niños de la calle en Brasil, guía y
acompaña las imágenes de la película Dear Child, del director Luca Ammendola.
Una película intensa, dura, profunda y a la vez esperanzadora que narra la vida
de este misionero y de sus chicos, sus "meninos da rua", por los que
ha dedicado y sigue dedicando toda su vida, sin escatimar esfuerzos, incluso
ahora que se acerca a los ochenta años.
La película ha recibido numerosos premios en
Italia y a nivel internacional. El más significativo es el premio a la mejor
película Unicef 2021, otorgado durante el Festival de Cine de Ferrara el pasado
mes de junio (clic para ver el tráiler de la película).
Para Unicef -explica la organización- un niño es
un niño, da igual dónde nazca o crezca, porque tiene los mismos derechos
incuestionables y merece las oportunidades adecuadas. La historia -continúa
explicando el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia- nos muestra el
trabajo de cuidado, amor y dedicación que el sacerdote Padre Renato Chiera
emplea para la recuperación de un grupo de niños, salvados de las drogas, la
violencia y el abandono.
La mayor tragedia no es ser pobre sino, no
sentirse amado
La película, ambientada en la "Casa do
Menor" fundada por el padre Chiera en la "Baixada Fluminense"
-un gran suburbio de Río de Janeiro, conflictivo y violento-, cuenta las
historias de jóvenes que, ya en su adolescencia, sufrieron todo tipo de
violencia y estuvieron varias veces al borde de la muerte. Tales, con 16 años,
tiene ya a sus espaldas una vida de traficante de drogas; Josué, un año mayor,
se ha vuelto adicto a la droga; Vagner, con sólo 14 años, tiene un precio por
su cabeza, está "condenado" por los escuadrones de la muerte que
"limpian" los suburbios de la metrópoli brasileña de estos jóvenes
peligrosos que nadie quiere.
"La mayor tragedia -dice el padre Renato
Chiera- no es ser pobre, es no ser hijos, no sentirse amado. Por eso, nuestra
propuesta pedagógica y psicológica es atenderlos con la presencia de alguien
que los haga sentir como niños. Por eso intento ser un padre para estos niños
que no son amados por nadie, y hacerles sentir hijos del Padre de todos
nosotros".
"Dear Child -explica el misionero- lleva en
su interior un mensaje muy profundo y actual que tiene valor no sólo para la
amarga condición de las favelas brasileñas. Es una inmersión en un mundo de
marginación y abandono desconocido para muchos. Puede sacudir las conciencias y
llevar la gente a hacer algo al respecto".
La dura realidad de un mundo sin padres
El padre Renato espera que la película haga que la
gente "reflexione sobre la dura realidad de un mundo sin padres. Y de los
padres que no reconocen a sus hijos. Para el fundador de "Casa do
Menor", es necesario tener el valor de "ver las consecuencias que
esta ausencia genera en los hijos".
En Brasil, como en el resto del mundo -advierte el
misionero- debemos escuchar el grito de los niños. ¿Qué quieren comunicarnos?
¿Qué nos dicen con su malestar? Y hay que recordar lo que decía Juan Bosco:
"no basta con amar a un niño, hay que sentir si él se siente amado".
La película es, por tanto, una oportunidad para reflexionar sobre la realidad
de los niños en todos los contextos y no sólo en la realidad extrema y
dramática de los "meninos da rua".
Publicado en Vatican News
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